miércoles, 30 de marzo de 2011

Verbum erat

I

En el principio morava
el Verbo y en Dios vivía
en quien su felicidad
infinita posseýa.
El mismo Verbo Dios era
que el principio se dezía
él morava en el principio
y principio no tenía.
Él era el mismo principio
por eso dél carecía
el Verbo se llama Hijo
que del principio nacía.
Ale siempre concevido
y siempre le concevía
dale siempre su sustancia
y siempre se la tenía.
Y assí la gloria del Hijo
es la que en el Padre avía
y toda su gloria el Padre
en el Hijo posseýa.
Como amado en el amante
uno en otro residía
y aquese amor que los une
en lo mismo convenía.
Con el uno y con el otro
en ygualdad y valía
tres personas y un Amado
entre todos tres avía,
Y un amor en todas ellas
un amante los hazía
y el amante es el amado
en que cada qual vivía.
Que el ser que los tres posseen
cada cual le posseýa
y cada qual de ellos ama
a la que este ser tenía.
Este ser es cada una
y éste solo las unía
en un inefable nudo
que dezirse no savía.
Por lo qual era infinito
el amor que los unía
porque un solo amor tres tienen
que su esencia se dezía
qu'el amor, quanto más une
tanto más amor hazía.

De la comunicación de las tres Personas

II

En aquel amor inmenso
que de los dos procedía
palabras de gran regalo
el Padre al Hijo dezía
de tan profundo deleite
que nadie las entendía
sólo el Hijo lo gozaba
que es a quien pertenecía.
Pero aquello que se entiende
desta manera dezía
—Nada me contenta, Hijo,
fuera de tu compañía.
Y si algo me contenta
en ti mismo lo quería
el que a ti más se parece
a mi más satisfazía.
Y el quen nada te semeja
en mí nada hallaría
en ti solo me e agradado
¡o vida de vida mía!.
Eres lumbre de mi lumbre
eres mi sabiduría
figura de mi substancia
en quien bien me complazía.
Al que a ti te amare Hijo
a mí mismo le daría
y el amor que yo te tengo
ésse mismo en él pondría
en razón de aver amado
a quien yo tanto quería.

De la creación


III

—Una esposa que te ame
mi Hijo darte quería
que por tu valor merezca
tener nuestra compañía
y comer pan a una mesa
del mismo que yo comía
porque conozca los bienes
que en tal Hijo yo tenía
y se congracie conmigo
de tu gracia y loçanía.
—Mucho lo agradezco Padre,
—el Hijo le respondía—
a la esposa que me dieres
yo mi claridad daría
para que por ella vea
quánto mi Padre valía
y cómo el ser que posseo
de su ser lo recevía.
Reclinarla e yo en mi braço
y en tu amor se abrasaría
y con eterno deleite
tu bondad sublimaría.

Prosigue

IV

—Hágase pues —dixo el Padre—,
que tu amor lo merecía.
Y en este dicho que dixo
el mundo criado avía.
Palacio para la esposa,
hecho en gran sabiduría
el qual en dos aposentos
alto y baxo dividía.
El baxo de differencias
infinitas componía
mas el alto hermoseava
de admirable pedrería.
Porque conozca la esposa
el Esposo que tenía
en el alto colocava
la angélica jerarchía
pero la natura humana
en el baxo la ponía
por ser en su compostura
algo de menor valía.
Y aunque el ser y los lugares
desta suerte los ponía
pero todos son un cuerpo
de la esposa que dezía:
Que el amor de un mismo Esposo
una esposa los hazía.
Los de arriva posseýan
al Esposo en alegría
los de abaxo en esperança
de fee que les infundía
diziéndoles que algún tiempo
él los engrandecería
y que aquella su baxeza
él se la levantaría
de manera que ninguno
ya la vituperaría
porque en todo semejante
él a ellos se haría
y se vendría con ellos
y con ellos moraría
y que Dios sería hombre
y que el hombre Dios sería
y trataría con ellos
comería y bebería
y que con ellos contino
él mismo se quedaría
hasta que se consumase
este siglo que corría
quando se gozaran juntos
en eterna melodía
porque él era la cabeça
de la esposa que tenía
a la qual todos los miembros
de los justos juntaría
que son cuerpo de la esposa,
a la qual él tomaría
en sus braços tiernamente
y allí su amor le daría
y que assí juntos en uno
al Padre la llevaría
donde del mismo deleite
que Dios goza gozaría
que como el Padre y el Hijo
y el que dellos procedía
el uno vive en el otro
assí la esposa sería
que dentro de Dios absorta
vida de Dios viviría.


Prosigue

V

Con esta buena esperança
que de arriva les venía
el tedio de sus trabajos
más leve se les hazía
pero la esperança larga
y el deseo que crecía
de gozarse con su Esposo
contino les affligía.
Por lo qual con oraciones
con suspiros y agonía
con lágrimas y gemidos
le rogavan noche y día
que ya se determinase
a les dar su compañía.
Unos dezían: ¡O, si fuesse
en mi tiempo el alegría!
Otros: Acava Señor
al que as de embiar embía.
Otros: ¡O si ya rompieses
essos cielos y vería
con mis ojos que baxases
y mi llanto cessaría!
Regad nuves de lo alto
que la tierra lo pedía
y ábrase ya la tierra
que espinas nos produzía
y produzga aquella flor
con que ella florecería.
Otros dezían: ¡O dichoso
el que en tal tiempo sería
que merezca ber a Dios
con los ojos que tenía
y tratarle con sus manos
y andar en su compañía
y gozar de los misterios
que entonces ordenaría!


Prosigue

VI

En aquestos y otros ruegos
gran tiempo pasado avía
pero en los postreros años
el fervor mucho crecía,
quando el viejo Simeón
en deseo se encendía
rogando a Dios que quisiese
dexalle ver este día.
Y assí el Espíritu Sancto
al buen viejo respondía
que le dava su palabra
que la muerte no vería
hasta que la vida viesse
que de arriva descendía
y que él en sus mismas manos
al mismo Dios tomaría
y le tendría en sus braços
y consigo abraçaría.


Prosigue la Encarnación

VII

Ya que el tiempo era llegado
en que hazerse convenía
el rescate de la esposa
que en duro yugo servía
debaxo de aquella ley
que Moysés dado le avía
el Padre con amor tierno
desta manera dezía:
—Ya ves Hijo que a tu esposa
a tu ymagen hecho avía
y en lo que a ti se parece
contigo bien convenía
pero diffiere en la carne
que en tu simple ser no avía.
En los amores perfectos
esta ley se requería
que se haga semejante
el amante a quien quería
que la mayor semejança
más deleite contenía;
el qual sin duda en tu esposa
grandemente crecería
si te viere semejante
en la carne que tenía.
—Mi voluntad es la tuya
—el Hijo le respondía—
y la gloria que yo tengo
es tu voluntad ser mía
y a mí me conviene Padre
lo que tu Alteza dezía
porque por esta manera
tu vondad más se vería
veráse tu gran potencia
justicia y sabiduría
yrélo a dezir al mundo
y noticia le daría
de tu belleza y dulçura
y de tu soberanía
yré a buscar a mi esposa
y sobre mí tomaría
sus fatigas y trabajos
en que tanto padecía
y porque ella vida tenga
yo por ella moriría
y sacándola del lago
a ti te la bolvería.

Prosigue

VIII

Entonçes llamó a un archángel
que Sant Gabriel se dezía
y embiólo a una donzella
que se llamava María
de cuyo consentimiento
el misterio se hazía
en el qual la Trinidad
de carne el Verbo vestía.
Y aunque tres hazen la obra
en el uno se hazía
y quedó el Verbo encarnado
en el bientre de María.
Y el que tiene sólo Padre
ya también madre tenía
aunque no como qualquiera
que de varón concevía
que de las entrañas de ella
él su carne recevía
por lo qual Hijo de Dios
y del hombre se dezía.

Del Nacimiento

IX

Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer avía
assí como desposado
de su tálamo salía,
abraçado con su esposa
que en sus braços la traýa
al qual la graciosa madre
en un pesebre ponía
entre unos animales
que a la sazón allí avía
los hombres dezían cantares
los ángeles melodía
festejando el desposorio
que entre tales dos avía
pero Dios en el pesebre
allí llorava y gimía
que eran joyas que la esposa
al desposorio traýa
y la madre estava en pasmo
de que tal trueque veýa
el llanto del hombre en Dios
y en el hombre el alegría
lo qual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.

Jessye Norman

domingo, 27 de marzo de 2011

Spag-Worm

Shostakovich por Rostropovich

sábado, 26 de marzo de 2011

Lem

“Es de toda evidencia, pues, que no vale la pena esforzarse por conseguir un incremento de la potencia energética. La motivación de la asimetría del transcurso del tiempo estriba en las razones parecidas a las precedentes. Si el tiempo fuera reversible, y si la inversión de su curso pudiera realizarse con la ayuda de medios y fuerzas suficientes, volveríamos a la situación de predominio de un Jugador sobre los otros (en este caso, gracias a la posibilidad de anular todos sus movimientos). Por consiguiente, las tres alternativas del Cosmos mencionadas —el primero, desprovisto de la facultad de dilatarse, el segundo, carente de la barrera de la velocidad, y el tercero, con el tiempo reversible— no permiten la plena estabilización del Juego. Y, sin embargo, se trataba precisamente de estabilizarlo normativamente: éste es el cometido de los movimientos de los Jugadores incorporados en la estructura de la materia. No cabe la menor duda de que el impedimento de toda perturbación y agresión realizado por la física establecida representa un medio mucho más seguro y radical que todos los otros sistemas de seguridad (disposiciones jurídicas, amenazas, controles, obligaciones, restricciones, castigos, etc.).
Así, el Cosmos constituye una pantalla absorbente respecto a los que alcanzan el nivel del Juego para participar en él con plena igualdad de derechos, pero siempre sujetos a unas normas establecidas que deben acatar. Los Jugadores se privaron del lazo semántico, porque su sistema de comunicación consiste en unos métodos que imposibilitan cualquier infracción de las reglas del Juego. Los Jugadores se privaron del lazo semántico, porque las distancias que crearon y fijaron entre ellos son tan enormes que el tiempo necesario para conseguir una información de importancia estratégica sobre el estado de otros Jugadores, es siempre mayor que el tiempo de validez de la táctica actual del Juego. Aunque uno de ellos «conversara» con los Jugadores vecinos, obtendría siempre unas noticias ya desactualizadas en el momento de su consecución. Por lo tanto, en el Cosmos no puede haber grupos antagónicos, conspiraciones, centros de autoridad local, coaliciones, conjuras, etc. Si los Jugadores no se hablan, es porque ellos mismos lo hicieron imposible: era uno de los cánones del Juego, es decir, de la Cosmogonía. He aquí la aclaración de una parte del enigma del Silentium Universi. No podemos captar las conversaciones cósmicas porque los Jugadores guardan silencio de acuerdo con sus planes estratégicos.”

Vacío perfecto
Stanislaw Lem

jueves, 24 de marzo de 2011

¡Canallas!

Letras anónimas

"Hola, qué tal. La verdad es que yo no tengo ni idea, pero según mi mujer, los artistas no han disimulado su entusiasmo, y a veces desmedido, por los lavabos, la galería de retratos de gente importante que realiza Rafael Górdito. Trabaja con fotos, Rafael, pero, en cierta forma, el resultado es irreconocible, así que tampoco importa mucho.. No me interesa nada este pavo que pinta lavabos, ciertamente, intentaré hablar lo menos posible de él. Frente al retrato de su amiga [Retrato de Dore Asthon, Rafael Górdito, Marsella 2013, óleo sobre lienzo], Miquel Barceló, que la llevaba del brazo, me dijo -acerca de otro tema- que prefiere hablar si hay que hablar, y no hablar si no hay que hablar, o eso dice él, y señalaba el lavabo, pero luego no lo respeta nunca, y se refería a Dore. Dore pidió una silla. Le llevaron un vaso de agua. En ese instante, Barceló, que parecía alegre, se ensombreció. Tenía el ceño muy fruncido, barruntaba, cada uno por su lado, pues, sentada en la silla, la anciana parecía como cantar una nana. Miré a mi mujer. Era nuestra guía por el lugar. Ella había nacido en esa mansión, y ella nos tenía que guiar, pues sus hermanos, que eran quienes vivían allí, no aparecieron. Estaba en una esquina, hablando por teléfono. La quiero. Miquel nos ayudó mucho a ambos, y yo podría hablar extensamente, acerca de Miquel, también, o de mi mujer, y todo sería bueno, pero no hace al caso. Mi mujer, no quiso nunca cambiarse el apellido. Miquel se portó maravillosamente con ella, se había dedicado un tiempo al arte. Le fue mal, y se le secó la pasión, y Miquel fue una gran ayuda. Sigamos. El día fue largo. La visita todavía estaba a la mitad. Luego fuimos a un restaurante, saliendo de la ciudad, en la misma carretera de salida.
Hablaron mucho de Rafael Górdito, pero, sin embargo, del cuadro que habíamos ido a ver, expresamente, como en una visita guiada, a la mansión Nenabadan, y que Barceló ["Homenaje a Barceló"; Rafael Górdito, Marsella, 2013, óleo sobre lienzo] quería tener, Asiral y Romale Nenabadan, por la razón que luego se sabrá, no dijeron nada hasta el final de la comida. Lo habíamos visto, Homenaje a Barceló, justo después de ver el retrato de Dore Asthon. El trazo (dijo mi mujer, Etrale, ante el cuadro) recuerda tanto el rococó siniestro y estilizado del italiano Il Lissandrino, como queráis, que a mí -de cualquier forma- me gusta de veras. Alessandro Magnasco, dijo Dore Asthon, el que tanto te gusta. Sí, dijo Miquel, y apretó un poco más fuerte el brazo de su vieja amiga y, como si no estuviéramos allí, Etrale y yo, continuaron andando por las salas, pero ya no era lo mismo, se podía ver, y luego les llevamos a comer. El cuadro estaba en la alcoba nupcial. Había arreglado el baño de ese cuarto más de una vez. El padre, Aicna Lubmaal Nenabadan, me contrató mucho tiempo atrás, así llegué a la familia. La mujer de mi jefe le engañaba. Luego, él murió. La viuda, la madre de Etrale, lo pasó mal. Oreni Dle Nenabadan, como hacía creer a la prensa, ya estaba bien, pero lo pasó mal, por su ritmo maldito, sumergida, ella y sus chulos, en el gasto desproporcionado. No vivió mucho, ni siquiera pudo gastarse la parte que a ella de suyo le hubiera tocado del reparto estipulado en el testamento y que según he oído amañó. Luego, Romale, haría lo mismo. Etrale, la pequeña, no tenía muy buena relación, y de la madre no me habló jamás gran cosa. La muerte del señor Nenabadan, acaso fue cómica y desagradable. La ambulancia que le llevaba al hospital, desatendida, porque el camillero preparaba un vendaje al enfermero, con una brecha en la cabeza, fue el escenario. Mal atado, y bajo el efecto de alguna droga alucinógena, creyendo que nadaba, boca abajo, reventó. Su estilo preferido era el crol. El murete de la cripta que le conmemora (que guarda sus cenizas; que esperaba que alguien esparciera al mar, en parte, y que ahora descansan en el mar, como él exigió), tiene un nadador, plantado en lo alto. Lo que es el crol, decía mi jefe, es coger el estilo que mejor convenga en el momento más oportuno para ello. Luego se volverá a repetir. Romale pensaba de manera parecida y Miquel estaba mosca porque no le había visto en la casa. No sabía qué pensar acerca de la venta del cuadro. Luego, nos reunimos y pasó la tarde, puede asegurarse, agradablemente, pero no se habló del cuadro, lo cual incremento el nerviosismo de Barceló. ¡Ay, los hermanos Nenabadan! Asiral tonteó con el viejo Barceló, y, al irnos, jugó conmigo. Nos alejamos un momento del grupo y nos tumbamos en el jardín, a resguardo. Y recuerdo que nos besamos y me dijo que sabía lo mío con Rodna, o Rodna Cle (se lee junto) Nenabadan, la tercera, mayor que mi mujer. Era una verdadera anfitriona. La vi muy guapa esa tarde. Fue la primera, Rodna Cle, en irse. Bueno, no quiero ponerme excesivamente melancólico, la comida estuvo bien, y en ella, se habló de todo. Europa es el pueblo de los locos, no sé si de los locos refinados, o de los locos cuerdos, o de otro tipo de locos, por ejemplo se dijo. Me lo pasé bien, y no siempre me quedé descolgado por el tema del arte, que a mí no me interesa. Fue una tarde memorable. Reía y opinaba y estaba en la conversación, pero con el discurso justo (aunque no todo el rato). Me lo pasé muy bien. Miquel, por ejemplo, habló del descuento que había obtenido de Hacienda, no sé cómo se llamaba, pero tenía un nombre específico. No importa. Miquel daba, por lo visto, cualquiera de las obras inútiles en inventario y no vendidas y se ahorraba una pasta. Era un negocio redondo, y Asiral le sugirió que la comida la pagara él y todos nos reímos. En un plano más serio, Rodna Cle le dijo a todos los de la mesa que a los dos años y medio la habían apuntado a un colegio especial. El síndrome de Asperger, en la actualidad, no es un enfermedad muy grave, dijo. Me emocionó, aunque en ese momento no abrí la boca. Lucía el sol y había muchos árboles a nuestro alrededor, y Asiral hizo un par de chistes, a propósito, por cambiar de tema, que los chistes siempre van muy bien para cambiar de tema, y alguien dijo algo y otro alguien contestó, y luego se volvió a preguntar acerca de cualquier futesa y todos volvimos a reír. Es dificíl contar los chistes que se contaron, y hasta eché una cabezada. Pensé en una gasolinera con un restaurante, a la salida de Madrid. Lo único que tenía en común con el sitio donde estábamos, era estar ambos en una carretera que salía de una gran ciudad, pero ni siquiera era la misma. Luego, al levantar, aspirando involuntariamente una bola de cocaína, creo que de mano de Romale, tomé impulso. Debió caer al suelo, pero eso no evitó que se me quitara el sueño y me pusiera lenguaraz y dijera tonterías. Estuve diciendo tonterías, que, bueno, no hicieron el efecto esperado. Luego, hablaron un poco del cuadro "Homenaje a Barceló". Por fin, pensaría Barceló. Hablemos del cuadro para que la acción encuentre un armazón y nos podamos entender. El cuadro recuerda a Magnasco, como decía mi mujer en la mansión, y dentro del cuadro, tenemos una piscina vacía y gente preparada para un juicio, una piscina y un tribunal, y a juicio de ese tribunal, un lavabo de lo más corriente y moliente del que salen sapos y culebras y serpientes y el revolucionario Mao, que cruza los dedos con una mano, mientras, con la otra, realiza un gesto (el símbolo de los herreros alquimistas), un conejo chinesco de toda la vida, lo digo por quitar un misterio de en medio donde yo creo que no lo hay, por despejar las sombras y avanzar en el relato. Pero, como ese día no lo sabía, fue lo que pregunté. ¿Tiene algún significado? ¿Tenía algún significado? ¿Había alguna expiación en ello? No sé qué cara puse. Me había parecido que Dore decía algo parecido, sino ni abro la boca. Me había parecido que Dore hacía esa pregunta (poco antes, en inglés) a Romale, y sólo pretendía contemporizar, quedar bien con la gente. En la obra de Rafael no hay dolor, ese ser ambiguo o múltiple que es Mao no pretende decir nada. Me pusieron a parir. Eran unánimes en esa opinión, no sobre ponerme a parir, sino sobre Mao. Bueno, con todo, el tema les encandiló, y yo creo que acerté, pues volvieron a hablar otro rato. Me quedé pensando, pues tenía sed, en que no había agua ni camareros ni otros clientes alrededor y que todo me parecía raro.
Pensé en el plato que siempre me pedían mis padres el día de mi cumpleaños, cuando te insisten en que tú tienes un plato preferido, o un color preferido. Lo pensé de nuevo, creo que casi había soñado con ello. Luego recordé la piscina vacía, la del cuadro, porque yo el cuadro lo había visto y podía opinar, y recordé que a Miquel, una deshidratación, a punto lo deja en África, que casi se muere allí. Me salió un gallo al decirlo. Lo dije un par de veces, y me volví a meter en un jardín incómodo. No le gustaba el tema. Lo pensaba muchos días, pero aquel día, al parecer, lo había pensado demasiado. Pensaba en ello, pasándolo mal, mientras miraban, él y Asthon, el cuadro de Asthon, antes de que ella pidiera una silla para sentarse, los cuatro juntos en la mansión Nenabadan. La verdad es que Barceló no me habló de todo esto, pero sí dejó caer una o dos frases. En la comida apenas me habló de ello, tuvieron que pasar unos días. Pero sí dijo, no recuerdo el momento, que los viejos pierden la capacidad de sentir sed, y lo dijo, en un tono -además- muy pesimista. Bueno, dijo Barceló, volviendo al cuadro, decidiéndose por fin a sugerir una posible venta del mismo, ¿me lo vendéis o no me lo vendéis? No, no te lo vendemos, dijo Romale, te lo vamos a prestar. Y le habló de los masaliotas, una extraña historia de un pueblo (curiosamente) africano. El pueblo me parece que se llamaba los masaliotas, creo que sí. Le dijo que los amigos que se separan, intercambian préstamos en dinero, que hay que devolver en el más allá, terminó Romale su discurso. Y de ¿qué trata todo eso?, dijo Miquel, ¿en el fondo?, y se quedó mirando a Romale, pero se quedó mirando a Romale como Dore se había quedado mirando a Miquel toda la vida. En el pasado, una madura Dore Asthon, fue amante de un jovencísimo Miquel Barceló. Dore, quizá le enseñó la mitad de lo que sabe, durmiendo en el mismo saco en una playa de Lisboa, o de las cercanías, y leyendo a Pessoa. La famosa mirada de fuego de Dore Asthon, por lo tanto, se dibujaba en el rostro de Barceló, y nada le fue más difícil en esa tarde, o así me lo parece, a Romale, con las ganas que tenía de quedar bien, que cambiar de metáfora. Barceló, después de esto, aunque no sabía si le habían regalado o no el cuadro (todos habíamos bebido mucho) le dio las gracias. En esas, unos minutos después, le piden el vaso de agua, que a él si le quedaba. ¿Qué dices, Romale? Soy Rodna Cle. ¡Ah, sí, Rodna Cle!, perdona. Miran el agua. Miquel, que hace retroceder la silla, un poco confundido, todo hay que decirlo, le dice que sí, que sí, que se la beba, que se la beba toda, que él no la quiere, o que él no la necesita, no se sabe muy bien lo que dice. A Barceló le sentó fatal. Para colmo, Dore Asthon pidió entonces que llamáramos a un camarero para transportar una mecedora. La gente de la cocina debía de tener algún problemilla con el jefe y no atendían, así que nos dispusimos a hacerlo nosotros. Y no sé quién habló de las parodias de Rafael Górdito mientras estábamos en la faena, y de las parodias de Eduardo Arroyo y las parodias de no sé quien. El cuadro que hacíamos, indudablemente, no le casaría mal a Michelangelo Antonioni. Romale, Miquel y yo, mientras transportábamos trabajosamente aquella mecedora, podíamos parecer cualquier cosa. Hablaron, en la mesa, de la obra de Barceló. Le tenía a mi lado, a Miquel, y parecía una caja que contuviera una bomba a punto de estallar, y sudaba mucho y se veía un poco febril y bastante borracho. Me dijo, sin prestar atención a lo que se decía de él, una cosa que me hizo empezar a lamentar haber hablado antes tan a la ligera. Me preguntó si no era cierto que volando se pierden cantidades ingentes de agua, de masa corporal.. No supe qué contestar. Luego, cuando hicimos el transporte, y estando de nuevo sentados, trasegando alcohol, sin saber qué coño pasaba con los camareros, Barceló cedió a su angustia una de las sillas sobrantes. Puede parecer increíble, pero habló, y justo cuando empezaba a animarse, a decir algo, Doré le cortó. Lo recuerdo. A ver, ¿por qué has dicho eso?, interrumpió la vieja amiga, mirándole de hito en hito. Miquel había dicho que el agua era el gran tema del desierto... Asiral, que les miraba y se preguntaba qué juego se traerían entre manos, dijo, a lo mejor lo ha dicho por decir algo en voz alta. Les miraba con simpatía. No, en serio, dijo Dore. Dore dijo que había tenido un deja vú. He tenido un deja vú de lo más extraño. Me veía enfrente de mi retrato (señaló a los Nenabadan, jocosamente, cuya casa había servido de marco para el deja vù), hablando del cuadro que de mí ha hecho Rafael, mientras pensaba que ya había vivido ese instante, pero que con el deja vú llegaba la experiencia de una Dore Asthon que había nacido en el desierto. Bien raro, dijo Asiral. ¿Qué desierto?, dijo Romale. ¿De tu tierra? Sí, dijo Dore Asthon contestando a la vez a los dos, Acatama. Norte de Chile, dije yo. Sí, dijo Etrale. Nunca he estado en el desierto de Acatama, dijo Dore. Y luego, mientras se balanceaba bajo el sol del otoño, se extendió en el recuerdo de lo que había sentido, y seguía sintiendo y aseguraba nunca iba a poder olvidar. Bueno, Dore Asthon contó aquella extraña historia de la que todos sacamos punta, una punta más o menos absurda, y ya se desentendió, quizá no era del todo cierta. Lo que sí sé es que afectó profundamente al mallorquín, con todo, aceptando a regañadientes, como si dijéramos, esa patata caliente. Mucho me temo que fue así. Asiral lo notó. Barceló la miró, no supo interpretar su mirada, y entonces reincidió en el tema del cuadro, Homenaje a Barceló, que ya le habían regalado. No te he entendido, dijo éste, Asiral, ¿el cuadro me lo vendéis o no me lo vendéis? No, no te lo vendemos, Miquel. Te lo regalamos. Piensa que, al hacerlo, se nos ha pasado por la cabeza que nos gustaría ser un poco más amigos, o estar un poco más en contacto, contigo, quiero decir, Romale y yo. Como dice At-Tanukhi, dijo con su quebrada voz de borracha, medio adormilada, Dore Asthon, cerré los ojos para no tener que ver como me moría, nacimiento y muerte, dijo seguidamente, y se reía muy potente, no como un joven, ni como un varón, aunque con una rotundidad que se le podía confundir. Y ahora, a ver, ¿por qué has dicho eso, Dore?, preguntó Miquel. Dore, desde la mecedora, dijo que bromeaba. ¿Bromeabas? Sí, bien, bromeaba con lo del desierto de Acatama, Miquel, por quitarle peso, tal vez, no lo sé, y lo dijo, riéndose, Dore Asthon, pero riéndose, de hecho, todavía más que antes, mientras se balanceaba, ajena al paisaje que no veía, según aseguraba, pero quizá mentía también en esto y seguía teniendo una mirada de lince. Pidió unas cartas, ya las había pedido varias veces. Asiral se levantó y se sentó con ella. Barceló no decía nada. Dore Asthon dijo lo que dijo y afectó a mi amigo y luego hizo un viraje a lo general y se desentendió, como se suele decir, y con ella, todos los demás. Aunque el tema, todavía circuló de aquí para allá unos minutos, como en duermevela, crispando más a Miquel, tal vez, hasta irse a enterrar, es lo más probable, debajo de un recio olmo que le hacía de refugio a una camada de perros que había por allí, muy cerca de nosotros, casi tocándonos, retozando, los perros, generaban en el cuadro general una mayor sensación de despliegue, por decirlo de alguna manera, floral. Fue más o menos en ese momento, cuando la generosa Asiral Nenabadan, pues de ella había salido la idea de regalar el cuadro "Homenaje a Barceló" a Barceló, me dijo, mi padre te apreciaba mucho. Me lo dijo desde la mecedora. Todo el mundo la escuchó. Mi padre siempre decía que había que encontrar formas ingeniosas de resolver problemas, como en el estilo crol se busca siempre el mejor movimiento, sin reglas precisas, eso era lo que decía mi padre de ti, comparándose consigo mismo, comparándolo todo con la natación. Me hizo gracia el recuerdo, no por la muerte, sino porque el padre y yo habíamos filosofado mucho sobre el hecho, y habíamos llegado a la conclusión de que lo único que merecía la pena era seguir el estilo crol, que era como seguir todos los estilos al mismo tiempo. ¿El estilo crol?, dije. Luego lo repetí, aunque sin un tono especial, sonriendo. Efectivamente, dijo ella, ni más ni menos, el mejor estilo del mundo, ¿no te parece?, preguntó, a su vez, ya no tanto mirándome a mí, como mirando a su hermana. Rodna Cle, sin embargo, prefirió eludir el tema y sacar a relucir, más bien, y mirando a mi mujer, sin ninguna mirada especial, las acuarelas de las que hablaban antes, acerca de la obra del francés, o de cualquier otra tema, nada importante, no lo recuerdo bien, es de lo que prefirió hablar Rodna Cle. Mi mujer y Rodna Cle hablaron mucho, y mujer y yo ya no vivimos juntos. Aquel día, recuerdo que también, hablaba mucho por teléfono. Me puedo imaginar con quien. En fin. Rodna Cle (con candor, como sumergiéndonos a todos en él, dándonos un baño de frescura, se podría decir) también tomó asiento, entre Dore y Asiral. Dore decía que los mejores vinos son los que se toman en el extranjero, da igual que sean extranjeros a su vez, y Rodna Cle le servía vino. La recuerdo hablando con Asiral, hablando con Etrale, o conmigo. La echo de menos. No la volví a ver. Rodna Cle dejó de tomar el medicamento prescrito, y fue como si volviera al siglo XX, o a comienzos del siglo XXI, cuando todo esto del Asperger, estaba controlado pero tenía sus días, y no siempre se acertaba. Pocos días después se mató con el coche de un amigo (me ha costado mucho escribir esta frase). El sol iluminó por unos instantes la cara de la vieja Dore Asthon, que, mientras tanto, dijo.. la parafernalia habitual del gorditismo, que... como la parafernalia habitual del cubismo, Rodna Cle, o la para.. Llámeme, sino le importa, Cle. Muy bien, Cle, a condición de que tú me llames a mí Dore, dijo Dore Asthon, tan amable. Sí, claro, dijo Rodna Cle, y Dore continuó. Me dejé ir, hablaba tan bien, Dore, que me dejé ir y no escuché nada de lo que contó. Era ya tarde. Pensé, como decía antes, en la comida que me pedían el día de mi cumpleaños mis padres en un restaurante de carretera. No se parecía a éste, que tenía jardines y un bosque delante y no sé qué más. Era un sitio muy bonito. Pensé en llamar a casa, y reconciliarme con mis padres, presentarles por fin a Etrale, pero tampoco me vi con el ánimo de desandar el mal kafkiano, si había salido de Praga, a Praga no iba a volver. Y, cuando volví en mí, después de mezclar el recuerdo de la comida de aquellos días y la de la tarde que cuento (pues eso había pedido), Miquel estaba hablando, con la boca ciertamente pastosa y muy pesado, que quería viajar a Frankfurt por tierra, que quería viajar en coche, o en tren, si no en calesa o andando. Me perdono esta pulla, le quiero mucho, pero a veces se pone muy irritable, y lo peor es que, como Barceló es tan buen actor, no te enteras, y al final, sales perdiendo, porque te confunde y cabrea mucho más. ¿En qué piensas?, me dijo éste, de repente y taciturno. Le dije que pensaba en mi pasado. Un descampado iluminado por el sol, dije. Toda la mesa empezó a escucharme, y luego fui muy sentimental y muy blando, imagino, y lo dije, dije todo, más o menos, como lo llevaba dentro, y después me quedé callado, presa del desconcierto. Me empezaron a escocer los ojos y me los froté, y dije.. soy Asperger y me cuesta entender las caras, yo también fui a un colegio especial para aprender a hablar cuando tenía dos años y medio, como Rodna Cle.. Y antes de acabar esta frase, la portadora del nombre que iba a pronunciar, al menos dos o tres veces más, dijo que nos podríamos ir ya. Y casi pasó eso. En torno a mi solar soñado era otoño en todos los árboles, aunque allí, en el recuerdo de la infancia, no había ninguno, dijo Dore Asthon, quizá recordando a Pessoa, parafraseándole, tal vez, aunque no dijo nada de Pessoa (por ejemplo, que Pessoa recordaba haber vivido en sitios que no había pisado, como ella con Acatama). No era una conversación intrascendente, pero cayó fatal. No por la conversación, sino por mi forma de contar, y creo que allí se precipitó la reunión, o cada uno, en el discurso de despedida que tenía preparado, desbarró un instante más, más profundamente, más patéticamente, hasta hundirse en el hoyo de sí mismo que se temía encontrar... Asiral reanimó a la mesa, y dijo varias cosas simpáticas y a mí, no pienses en esas cosas, y allí se acabó todo. Asiral es una grandísima mujer, todos los Nenabadan, más o menos, se han portado siempre bien conmigo. Luego, besuqueándonos en la hierba, escondidos, Asiral me diría lo de su hermana. Todavía recuerdo cuando mi padre te contrató, dijo. Al principio, le dije, no hacía más que soportarme. Tu padre se portó muy bien conmigo pues era un patoso y no tenía donde caerme muerto. La casa Nenabadan, el mantenimiento de la mansión, me enseñó mucho de la vida. Apreciaba tu estilo, dijo Asiral. Le di las gracias y nos fuimos, después de besarnos lánguidamente, sin mucho deseo por ninguna de ambas partes. Barceló no podía quitarse de la cabeza el problema del agua, y seguía empeñado en viajar en tren o en autobús a Frankfurt. La señora Dore Asthon (Viajaban al día siguiente a Franckfurt a una Bienal, sí, pero, en un principio, ni siquiera iban a viajar juntos. En ese momento, todavía tenían billetes separados, en vuelos distintos, quiero decir), le miraba, agarrándole del brazo, sujetándose en él, y le decía que no le entendía. No te entiendo, Miquel. Te he dicho que quiero encontrar una partida de cartas antes de acostarme, que sé de una o dos que hoy estarán en activo en el destino a donde vamos, ¿por qué insistes? ¿Insistir?, dijo ofendido Barceló. Bueno, a lo mejor un poquito, sí. Pero, ¿sabes?, Dore, así tendremos más tiempo para charlar, ¿qué te parece? ¿te animas? Dore, por supuesto, le dijo que no. No tenía tanto tiempo para perder, dijo, y luego, con cajas destempladas, lo mandó a pagar, o a por un camarero, ya que nadie venía, y poco después nos fuimos de allí. Sólo queda por relatar, dentro de mi pequeño trozo de historia lleno de sombras, que, antes de que la señora Dore Asthon empezará a filosofar sobre las gambas al ajillo que yo no me había podido comer, regresó Barceló, y dijo que no había nadie en el bar, en las mesas del interior, o, al mirar fuera, coches en el aparcamiento. Nadie dijo nada. No entraré en detalles. Querer relatar todo esto sería puro despilfarro. Rodna Cle se marchó y nosotros inspeccionamos el restaurante. Lo inspeccionamos y Dore perdió el vuelo, pero allí, entre los trapos de cocina, encontramos por fin una baraja de cartas, y jugamos unas manos, bebiendo buen vino y mucha agua, con Miquel riendo sobre esto y sobre mucho más. Parecía que sí, que se habían marchado por cualquier razón incomprensible, decía, y se ponía morada a agua, casi le da un empacho. Los camareros, lo más seguro, es que imitaran a los ciervos que posiblemente habitaran el bosque que habíamos tenido enfrente durante toda la comida en la que Asiral y Romale le regalaron ese cuadro caro a Miquel, imagino que no hace falta buscar más explicaciones, y se hicieran un poco más amigos, como él vaticinó, al estilo masaliota. Todo tan raro, pero así fue, ¡quién sabe por qué! Nadie apostó dinero esa vez, a petición de Dore, que no nos quería desplumar, dijo. No sé a qué hora nos fuimos de allí. Miramos el sol ponerse, y abandonamos el lugar."

Comentario anónimo en el blog de Juan Malherido.

http://lector-malherido.blogspot.com/

miércoles, 23 de marzo de 2011

Sonny Boy Williamson

martes, 22 de marzo de 2011

The Sonics

Hal

"...soy un computador HAL 9000, Produccion numero 3. Me puse en funcionamiento en la planta Hal de Urbana Illinois el 12 de enero de 1997. El rapido zorro brinca sobre el perezoso perro. La lluvia en España cae principalmente sobre el llano. Dave...¿se encuentra usted aún ahi? ¿ Sabía usted que la raiz cuadrada de 10 es 3 coma 16227766018379..; Log 10 a la base e es cero coma 434294481903252... o correccion, o sea log e a la base 10... La reprocidad de 3 es cero coma 333333333333... dos por dos es... aproximadamente 4 coma 1010101010101010... Me parece estar teniendo cierta dificultad... Mi primer instructor fue el doctor Chandra... el me enseño a cantar una cancion... que dice asi ... "Daisy, Daisy, dame tu respuesta, di. Estoy medio loco de amor por ti..."

Justa recompensa

"El primer efecto del trabajo parcelario después de la depravación del alma consiste en la prolongación de las sesiones de trabajo, que crecen en razón inversa a la suma de inteligencia gastada...Pero como la duración de las sesiones de trabajo no puede excederse en dieciséis a dieciocho horas por día, desde el momento en que la compensación no pudiera hacerse sobre el tiempo, se hará sobre el precio, y el trabajo disminuirá. Lo que es cierto y lo que tratamos simplemente es hacer notar que la conciencia universal no incluye en el mismo tiempo el trabajo de un capataz y la faena de un peón. Resulta, pues, necesaria la reducción sobre el precio de la jornada, de suerte que el trabajador, después de haber sido afligido en el alma por una función degradante, no deje también de ser herido en su cuerpo por la modicidad de la recompensa."

Karl Marx
Miseria de la Filosofía

lunes, 21 de marzo de 2011

Master Plus vs. Ru Zi Yi



Realito

Casas prefabricadas en la calle principal, un nudo de negocios, las luces de la farmacia de la esquina detrás de un cristal empañado, un racimo de coches frente al pequeño cine y un oscuro Banco en otra esquina, con un puñado de hombre enfrente, en medio de la lluvia. Eso era Realito.


Raymond Chandler
Asesino en la lluvia

domingo, 20 de marzo de 2011

La ciudad

“Alboreaba la mañana, ya no llovía; el cielo, aún oscuro, se llenaba de nubes negruzcas. Por encima de un seto de evónimos brillaba una estrella, en medio de la pálida franja del horizonte, y sobre aquella claridad de ópalo se destacaban entrecruzadas las ramas de los árboles, todavía sin hojas.
Se oían silbidos de las locomotoras en la estación próxima; hacia Carabanchel palidecían las luces de los faroles en el campo oscuro entrevisto a la vaga luminosidad del día naciente.
Madrid, plano, blanquecino, bañado por la humedad, brotaba de la noche con sus tejados, que cortaban en una línea recta el cielo; sus torrecillas, sus altas chimeneas de fábrica y, en el silencio del amanecer, el pueblo y el paisaje lejano tenían algo de lo irreal y de lo inmóvil de una pintura.
Clareaba más el cielo, azuleando poco a poco. Se destacaban ya de un modo preciso las casas nuevas, blancas; las medianerías altas de ladrillo, agujereadas por ventanucos simétricos; los tejados, los esquinazos, las balaustradas, las torres rojas, recién construidas, los ejércitos de chimeneas, todo envuelto en la atmósfera húmeda, fría y triste de la mañana, bajo un cielo bajo de color de cinc.
Fuera del pueblo, a lo lejos, se extendía la llanura madrileña en suaves ondulaciones, por donde nadaban las neblinas del amanecer; serpenteaba el Manzanares, estrecho como un hilo de plata; se acercaba al cerrillo de los Ángeles, cruzando campos yermos y barriadas humildes, para curvarse después y perderse en el horizonte gris. Por encima de Madrid, el Guadarrama aparecía como una alta muralla azul, con las crestas blanqueadas por la nieve.
En pleno silencio el esquilón de una iglesia comenzó a sonar alegre, olvidado en la ciudad dormida.”


Pío Baroja
La busca

viernes, 18 de marzo de 2011

Vincennes

Tropismo

martes, 15 de marzo de 2011

Island Of Dreams

—¡Mi teniente, es un caballo!

—¡Mi teniente, es un caballo!
Y Drogo lo vio, cosa inverosímil, parado al pie de la roca.
Era un caballo, no muy grande, bajo y regordete, de una curiosa belleza con sus patas finas y su crin flotante. Extraña era su forma, pero asombroso sobre todo el color, un color negro resplandeciente que manchaba el paisaje.
¿De dónde había llegado? ¿De quién era? Ninguna criatura, desde hacía muchísimos años —salvo acaso algún cuervo o alguna culebra— se había aventurado por aquellos lugares. Y ahora, en cambio, había aparecido un caballo, y se notaba de inmediato que no era salvaje, sino un animal selecto, un auténtico caballo de militares (quizá sólo las patas eran demasiado finas).
Era algo extraordinario, de inquietante significado. Drogo, Tronk, los centinelas —y también los otros soldados a través de las troneras del piso de abajo— no conseguían apartar de él los ojos. Aquel caballo rompía las reglas, volvía a traer las viejas leyendas del norte, con tártaros y batallas, llenaba con su ilógica presencia todo el desierto.
Por sí solo no significaba gran cosa, pero detrás del caballo se comprendía que tenían que llegar otras cosas. Tenía la silla en orden, como si hubiera sido montado poco antes. Había, pues, una historia en suspenso, lo que hasta ayer era absurda y ridícula superstición, podía ser cierto, por lo tanto. Drogo tenía la impresión de sentirlos, a los misteriosos enemigos, a los tártaros, agazapados entre las matas, en las grietas de las rocas, inmóviles y mudos, con los dientes apretados: esperaban la oscuridad para atacar. Y mientras tanto llegaban otros, un amenazador hormigueo que salía con lentitud de las nieblas del norte. No tenían músicas ni canciones, ni espadas centelleantes, ni hermosas banderas. Sus armas eran opacas para que no centellearan al sol y sus caballos estaban amaestrados para no relinchar.


Dino Buzzati
El desierto de los Tártaros

viernes, 11 de marzo de 2011

¿Quién corta el bacalao?

jueves, 10 de marzo de 2011

我 住 法 国,要 来 了。 我 的 朋友

miércoles, 9 de marzo de 2011

Wimoweh

domingo, 6 de marzo de 2011

Niños prematuros

Una luz uniforme baña las cálidas paredes blancas. Desde allí arriba es imposible ver el Fontaka, que se extiende como un enorme charco poco profundo. Tampoco se ve el denso encaje del malecón, donde hinchados montones de deshechos se acumulan sobre el fango negro de la nieve derretida.
Mujeres vestidas de gris se deslizan en silencio por las altas habitaciones calientes. A lo largo de las pareces, en el fondo de las cunitas de metal, yacen unos enanillos silenciosos de ojos abiertos y consternados, los frágiles engendros de mujeres endebles y consumidas, mujeres de corazones duros que vienen de los turbios barrios bajos de las afueras de la ciudad.
Cuando ingresan en la casa, los niños prematuros pesan entre quinientos y seiscientos cincuenta gramos. Hay un gráfico sobre cada cual: la vacilante línea de sus vidas. Pero ahora esta línea empieza a enderezarse. La vida arde en los livianos cuerpecillos con una llama pálida, triste.
Aún hay otro aspecto de nuestra decadencia al que no se presta mucha atención: las mujeres que amamantan tiene cada vez menos leche.
Aquí no abundan las nodrizas. Sólo hay cinco para treinta niños. Cada una alimenta al propio y a otros cuatro; así lo dicen en la jerga del establecimiento: "Uno propio y otros cuatro". Deben amamantar a los niños cada tres horas. No les queda tiempo libre. Solo pueden dormir dos horas seguidas, nunca más.
Todos los días estas mujeres, de cuyos pechos maman cinco boquitas azules siete veces cada veinticuatro horas, recibe tres octavos de libra de pan.
Las cinco me rodean, delgadas a pesar de sus pechos henchidos, vestidas con sus atuendos monjiles, y dicen:
—La doctora nos ha dicho que no tenemos leche suficiente y los niños no aumentan de peso... ¿Qué otra cosa íbamos a querer nosotras? Es como si nos chuparan la sangre... Si solamente nos trataran como a taxistas... Nos dijeron en la oficina de racionamiento que no éramos obreras... Hace un momento, dos de nosotras salimos a comprar algo, pero se nos doblaban las piernas. Tuvimos que detenernos y nos miramos: creíamos que nos íbamos a caer. No pudimos seguir adelante.
De pie contra la pared, inclinan la cabeza; tienen los mismos rostros sofocados y lastimosos de las mujeres que mendigan favores en las oficinas del gobierno.
Hago ademán de irme. La matrona viene detrás mío y murmura.
—Están todas muy nerviosas... No se les puede decir una palabra sin que rompan a llorar... Nosotras las encubrimos no contando nada. A una de ellas la visita un soldado; bueno, ¿y qué?, que la visite...
Me cuenta la historia de la mujer a quien visita el soldado. Entró hace un año en la casa, una personilla menuda que conocía bien su oficio. Lo único que en ella no era pequeño eran sus pesados senos cargados de leche. Tenía más leche que cualquiera de las otras nodrizas. Una año ha pasado desde entonces. Un año de tarjetas de racionamiento, de comer koryushka, un año en el que el número de esmirriados cuerpecillos que desconocidas mujeres sin corazón ponen al mundo ha aumentado considerablemente. Ahora esta pequeña mujer de aire decidido ya no tiene más leche. Llora si alguien hiere sus sentimientos, y cuando amamanta yergue hoscamente sus pechos vacíos y vuelve la cabeza. ¿Por qué no pueden dar a esta mujer otros tres octavos de libra de pan, ofrecerle las mismas ventajas que tiene un taxista, hacer algo? Deberían ser más sensatos, aunque solo fuera por los niños. Si no mueren, llegarán a ser hombres y mujeres, y todos ellos tendrán que forjarse una vida. ¿Y si ocurriera que sólo alcanzaran a forjarse tres octavos de una vida? Sería una vida desmedrada, ésta. Y ya hemos visto demasiadas vidas de esta clase.


Isaak Bábel

viernes, 4 de marzo de 2011

Ulla

jueves, 3 de marzo de 2011

Vous permettez monsieur

martes, 1 de marzo de 2011

Anita y la Primavera