martes, 26 de abril de 2011

Zapateros desalmados y minoristas fenicios

Hernán Firpo

El dolor tiene talle y detalle. “Me piré cuando fue el cumpleaños de 15 de una de mis hijas. Yo calzo 41, pero ellas calzan 43 y 42. Sólo calzados de vieja conseguimos. Los pies grandes se asocian con pies enfermos, hinchados, pies de mujer mayor. Le había comprado a mi hija un vestido salmón divino para su fiesta y salimos a buscar zapatos. Me recorrí media ciudad y no conseguí nada. A medida que recorríamos más y más negocios, ella se ponía peor… todo mal, un desastre. No hubo fiesta y eso provocó que todos los complejos se le pusieran a flor de piel. Ahí estallé”.
Cuando recuerda, las mejillas de Inmaculada Ruiz Santana se ponen granates y su nombre improbable, esa fatalidad casi, pasa a un segundo plano; cuando esta señora se enoja, los verdes ensolves desaparecen por más que trates de explicarle que quizás fue una suerte, que por ahí la exageración, más que marginarlas, Inmaculada, las liberaban de seguir la moda. “No, querido, es una desgracia. La pasamos pésimo. Entonces escribí una carta de lectores a tu diario contando el caso y pidiendo comprar zapatos 43. Entre indignada y furiosa, sugería formar un club del pie grande”.
Imposible seguir adelante sin esta aclaración para chauvinistas porteños. Inmaculada nació en España pero vive acá desde hace tanto que ya no sabría estar en ninguna otra parte. ¿Usted se siente porteña? “Quise volver a Canarias, donde nací, y me regresé”. Responda, Inmaculada: ¿Usted se siente porteña? “Totalmente”. Seguimos.
Y de pronto Spielberg, de pronto la bola de gente, el teléfono que suena sin cesar en un plano corto, los postergados que se multiplican. El caso de Sofía, “el caso extremo”, según Inmaculada. “Sofía calza 47 y tampoco hay que olvidarse de Fernando, un muchacho que calza 55 y está prácticamente declarado discapacitado”. Más cartas, mails, el calor que se anida bajo las axilas de Inmaculada. Historias para llorar, para reír –sí, Metro Goldwyn Mayer–, historias para emocionarse, lúgubres, para que Migue García tenga algo que hacer...
Later, cinco años después, hoy, Inmaculada, grandota como es, una mamma del neorrealismo, con un plano contrapicado enfatizando la dimensión de su figura y discutiendo con gente de la Cámara Civil y Comercial del Calzado. Ahora, motorizando un proyecto para que los legisladores de la Ciudad aprueben una norma que amplíe la Ley de Talles y ahora, Steven, leyendo un manuscrito. “Soy una mujer común que represento a un consenso espontáneo y numeroso de personas con una necesidad específica, que en este caso es la del calzado en números, algo que necesitamos no sólo para calzarnos, sino para poder desarrollarnos social y normalmente”.
Steven, pensalo: Inmaculada haciendo hormas de zapatos del tamaño de un terreno, y relacionándose con fábricas, y convenciendo a zapateros desalmados y a minoristas fenicios. Sudor de pionero, plano detalle a las manos crispadas (drama). Inmaculada peleando presupuestos una tarde cualquiera y otra, levantando los pilares del Club del Pie en el barrio de Caballito. Y otra tarde, haciendo un relevamiento que le permite saber que hay 30 mil personas con este problema. Treinta mil, ¡vaya cifra para la metáfora! Ahora atendiendo, además, problemas de pies chicos (los extremos, you know Steven) y despertate Migue, que acá se pone bueno con lo de la amputación. “No tanto como una amputación, pero conozco una chica que se hizo una cirugía para que le recorten una falange de un dedo y así poder estar a la altura de lo que mandan los usos y costumbres”.
Y después una voz en off que cuenta del pedido que hizo en la Legislatura porteña, donde la escucharon varias veces, varias veces la recibieron, “pero los legisladores de este país dan muchos discursos, y cambian pocas cosas. Del dicho al hecho, ya se sabe... y ese trecho lo estamos padeciendo miles de personas”.
La moda: ¿Qué pasó con usted cuando se usaban las botas tejanas? “Nunca puede usar tejanas. Cuando el zapato te queda chico, te complica la vida entera, y no es una expresión totalitaria para zafar. Las uñas se deforman, una no puede rendir en sus tareas, estás irritable... ¿Sabías que una vez le conseguí un calzado a una mujer y me dijo que yo le había devuelto su feminidad? (...) No tenés idea lo que es ver una horma grande en la vidriera, acercarse con ilusión, creer que puede ser, y que no pase nada... Y los maridos o los novios acompañan y sufren. Saben que no estás yendo de shopping, sino que estás atravesando uno de los momentos más duros de tu vida”.

sábado, 23 de abril de 2011

Anita

jueves, 21 de abril de 2011

Era el 23 de marzo de 1913

martes, 19 de abril de 2011

Memories Are Made Of This

viernes, 15 de abril de 2011

Larkin

jueves, 14 de abril de 2011

Pulcinella

miércoles, 13 de abril de 2011

Envoltorios

“Nuestra poderosa civilización tiende a la elaboración de productos lo menos durables posible, en unos embalajes cuanto más durables mejor. El producto que se gasta pronto tiene que ser sustituido enseguida por uno nuevo, lo que facilita la venta, y la solidez del embalaje dificulta su destrucción, lo que favorece el desarrollo ulterior de la técnica y la organización. Así las cosas, los compradores pueden arreglárselas solos con la pacotilla producida en serie; en cambio, para suprimir los embalajes se necesitan programaciones especiales antipolución, servicios de sanidad, coordinación de los esfuerzos, planificación, plantas purificadoras, etc. En otro tiempo, para que la cantidad de basura se mantuviera a un nivel moderado, se podía contar con los elementos de la naturaleza (lluvias, vendavales, riadas, terremotos). Actualmente, lo mismo que antaño lavaba y se llevaba las basuras, se ha convertido en el excremento de la civilización: los ríos nos intoxican, la atmósfera nos quema los pulmones y los ojos, los vientos espolvorean nuestras cabezas de cenizas industriales y los envoltorios de plástico, gracias a su elasticidad, resisten incluso los terremotos. En la época en que vivimos, el paisaje normal, salvo (de momento) los parques naturales, está hecho de excrementos de la civilización. En medio de un panorama de envoltorios vacíos trajinan afanosamente las muchedumbres humanas, ocupadas en la consumición de lo que aquéllos habían contenido, y del último producto natural que todavía queda: el sexo. No obstante, a él también lo adornan ahora con un sinfín de embalajes. ¿Son, acaso, otra cosa los bonitos vestidos, los espectáculos, los maquillajes, las cremas de belleza y las demás envolturas publicitarias?”.

Stanilav Lem
Vacío perfecto

lunes, 11 de abril de 2011

Italianos

Ucrania

Ganson

domingo, 10 de abril de 2011

Radium

sábado, 9 de abril de 2011

Bikini



martes, 5 de abril de 2011

El impresor

“ Me gustaría contarle una anécdota. Hubo un poeta contemporáneo llamado Nash que tradujo al poeta francés François Villon. En su famosa balada Las nieves de antaño había una línea en la que Villon venía a decir que la mujer ha envejecido: su pelo, escribía en francés, ya no es dorado, sino gris. Nash, en su manuscrito, lo tradujo así: “El brillo le cae del pelo”. El impresor cometió un error y escribió: “Un brillo cae del cielo”. Es una de las frases más hermosas de la poesía inglesa, ¡y se debe al impresor! Cada noche le pido a Dios que me envíe un impresor que cometa un error que me haga grande.”

George Steiner

Entrevista

sábado, 2 de abril de 2011

Nylon

De Raymond Scott

Pink Panther

viernes, 1 de abril de 2011

Carta a Hesiquio

"Tú sabes hermano que la separación de un miembro que sufre ocasiona sufrimiento al resto de los miembros, y aunque no sea patente el mal que le hace sufrir, debes saber que su dolor se expresa por la lengua y que su mal se manifiesta por las lágrimas de los ojos. El sufrimiento sale fuera de su silencio interior mediante la lengua; ella es la llave del granero del cuerpo, y ella misma cierra y abre la puerta de las palabras, y de lo íntimo del corazón, tesoro de la inteligencia, ella abastece a sus amigos con una palabra de sus tesoros. Porque ella es la boca de la inteligencia, por medio de la cual habla la mente, y se hace abogado de su silencio íntimo, y como mediadora sirve a lo que aquella le ordena. Y la lengua comunica a los que la escuchan lo que el corazón, soberano de la inteligencia, le dice. Por lo tanto por medio de la lengua, llave de la mente, se abre la puerta del corazón; mas sin ella, esta puerta no se abre ni se puede oír sonido alguno. No obstante, sin la voz la inteligencia puede dar a conocer lo que lleva oculto, a través de una palabra silenciosa en forma de escrito, y así su silencio se expresa tácitamente; de todas maneras aunque la mente guarde sus secretos en el silencio, necesita de la lengua para exponerlos a su oído que escucha todos los sonidos."



Carta a Hesiquio
Juan de la Cruz