viernes, 12 de septiembre de 2014
jueves, 11 de septiembre de 2014
NY
“Estamos en el país del teléfono. El teléfono aquí no es un medio, sino un fin. No es que aquí se hable por teléfono cuando es imposible hablar de otro modo; es que nunca se habla mientras se pueda telefonear. La cuestión está en hacer las cosas con mucha mecánica. Un americano cree que una frase dicha por teléfono tiene más importancia que si se dice directamente, y que un hombre que telefonea es superior a un hombre que habla”.
La nueva laringe (Crónica)
Julio Camba
La nueva laringe (Crónica)
Julio Camba
martes, 9 de septiembre de 2014
Luz roja
Niégate. El viejo, veinte años
cuando se construyó la cárcel, todavía se ríe,
aunque sus labios están congelados. Algún día, bien pronto, dice, voy a dormir para no despertar.
Le dices que no, pero sabes que estás hablando contigo mismo.
El coche que te trajo aquí todavía funciona.
El dinero con el que pagaste la comida,
no importa de dónde haya salido, es dinero legal;
y la chica que sirve los platos es delgada y su pelo ilumina la pared como una luz roja.
Richard Hugo
Fotografía : Bryan Schutmaat
cuando se construyó la cárcel, todavía se ríe,
aunque sus labios están congelados. Algún día, bien pronto, dice, voy a dormir para no despertar.
Le dices que no, pero sabes que estás hablando contigo mismo.
El coche que te trajo aquí todavía funciona.
El dinero con el que pagaste la comida,
no importa de dónde haya salido, es dinero legal;
y la chica que sirve los platos es delgada y su pelo ilumina la pared como una luz roja.
Richard Hugo
Fotografía : Bryan Schutmaat
lunes, 8 de septiembre de 2014
Tao
Nieve sobre el río
Centenares de colinas y ni un solo pájaro.
Miles de senderos y ni una huella.
Una barca solitaria y, al abrigo de su capote de bambú,
un viejo pesca en el río helado.
Pernoctando en el río Ch' ien Te
Se mece el barco, anclado en la isla neblinosa,
el sol se pone, la preocupación del viajero surge.
En la vasta llanura, el cielo baja hasta los árboles.
En el río puro, la luna se acerca al hombre.
Meng Haoran
Poema sobre un árbol
Las ramas se encuentran con los pájaros
que se posan sobre ellas.
Vienen del norte y del sur.
Las hojas se mecen con cada compás del viento.
Hsueh T'ao
Paseo
Hacia la noche, no sabiendo donde fijar mi pensamiento,
conduzco mi carro por la vieja meseta.
El esplendor del sol poniéndose es inefable;
la sombra del crepúsculo se aproxima a su pesar.
Li Chang-Yin
Un día de verano, en la montaña
Agito suavemente un abanico de plumas blancas,
sentado, la camisa abierta, entre las hojas verdes.
Me quito el sombrero y lo cuelgo de un saliente en la roca;
Desde los pinos la brisa se desliza
sobre mi cabeza desnuda.
Li Bai
Los cuervos que graznan por la tarde
Doradas nubes bañan la muralla.
Los negros cuervos graznan sobre sus nidos,
nidos en los que quisieran descansar.
En tanto, la joven esposa suspira, sola y triste.
Sus manos abandonan el telar,
sus ojos están fijos en la azul cortina del cielo,
cortina que parece separarla del mundo,
como la leve niebla oscurece el río.
Está sola: el esposo viaja por países lejanos;
todas las noches está sola en su alcoba.
La soledad le oprime el corazón,
y sus lágrimas, como fina lluvia, caen en tierra.
Li Bai
Centenares de colinas y ni un solo pájaro.
Miles de senderos y ni una huella.
Una barca solitaria y, al abrigo de su capote de bambú,
un viejo pesca en el río helado.
Liu Zongyuan
Pernoctando en el río Ch' ien Te
Se mece el barco, anclado en la isla neblinosa,
el sol se pone, la preocupación del viajero surge.
En la vasta llanura, el cielo baja hasta los árboles.
En el río puro, la luna se acerca al hombre.
Meng Haoran
Poema sobre un árbol
Las ramas se encuentran con los pájaros
que se posan sobre ellas.
Vienen del norte y del sur.
Las hojas se mecen con cada compás del viento.
Hsueh T'ao
Paseo
Hacia la noche, no sabiendo donde fijar mi pensamiento,
conduzco mi carro por la vieja meseta.
El esplendor del sol poniéndose es inefable;
la sombra del crepúsculo se aproxima a su pesar.
Li Chang-Yin
Un día de verano, en la montaña
Agito suavemente un abanico de plumas blancas,
sentado, la camisa abierta, entre las hojas verdes.
Me quito el sombrero y lo cuelgo de un saliente en la roca;
Desde los pinos la brisa se desliza
sobre mi cabeza desnuda.
Li Bai
Los cuervos que graznan por la tarde
Doradas nubes bañan la muralla.
Los negros cuervos graznan sobre sus nidos,
nidos en los que quisieran descansar.
En tanto, la joven esposa suspira, sola y triste.
Sus manos abandonan el telar,
sus ojos están fijos en la azul cortina del cielo,
cortina que parece separarla del mundo,
como la leve niebla oscurece el río.
Está sola: el esposo viaja por países lejanos;
todas las noches está sola en su alcoba.
La soledad le oprime el corazón,
y sus lágrimas, como fina lluvia, caen en tierra.
Li Bai