miércoles, 29 de septiembre de 2010

Extravío

"Todo se me evapora. Mi vida entera, mis recuerdos, mi imaginación y lo que contiene, mi personalidad, todo se me evapora. Continuamente siento que he sido otro, que he sentido otro, que he pensado otro. Aquello a lo que asisto es un espectáculo con otro escenario. Y aquello a lo que asisto soy yo.
Encuentro a veces, en la confusión vacía de mis gavetas literarias, papeles escritos por mi hace diez años, hace quince años, hace quizá más años. Y muchos de ellos me parecen de un extraño; me desreconozco en ellos. Hubo quien los escribió, y fui yo. Los sentí yo, pero fue como en otra vida, de la que hubiese despertado como de un sueño ajeno.
Es frecuente que encuentre cosas escritas por mí cuando todavía era muy joven, fragmentos de los diecisiete años, fragmentos de los veinte años. Y algunos tienen un poder de expresión que no recuerdo poder haber tenido en aquel tiempo de mi vida. Hay en ciertas frases, en varios períodos, de cosas escritas a pocos pasos de mi adolescencia, que me parecen producto de tal cual soy ahora, educado por años y por cosas. Reconozco que no soy el mismo que era. Y, habiendo sentido que me encuentro hoy en un progreso grande de lo que he sido, pregunto dónde está el progreso si entonces era el mismo que soy ahora.
Hay en esto un misterio que me desvirtúa y me oprime.
Hace unos días sufrí una impresión espantosa con un breve escrito de mi pasado. Recuerdo perfectamente que mi escrúpulo, por lo menos relativo, por el lenguaje data de hace pocos años. Encontré en una gaveta un escrito mío, mucho más antiguo, en que ese mismo escrúpulo estaba fuertemente acentuado. No me comprendí en el pasado positivamente. ¿Cómo he avanzado hacia lo que ya era? ¿Cómo me he conocido hoy lo que me desconocí ayer? Y todo se me confunde en un laberinto donde, conmigo, me extravío de mí.
Devaneo con el pensamiento, y estoy seguro de que esto que escribo ya lo he escrito. Lo recuerdo. Y pregunto al que en mí presume de ser si no habrá en el platonismo de las sensaciones otra anamnesis más inclinada, otro recuerdo de una vida anterior que apenas sea de esta vida...
Dios mío, Dios mío, ¿a quién asisto? ¿Cuántos soy? ¿Quién es yo? ¿Qué es este intervalo que hay entre mí y mí?"


Fernando Pessoa

Libro del desasosiego

5 comentarios:

Blogger Luna ha dicho...

¿Qué es este intervalo que hay entre mí y mí?

Puede ser

El espacio entre la palabra y el silencio…
También de Pessoa.
Aunque supongo que lo conoces, dice así:

No se trata de hablar ni tampoco de callar.
Se trata de abrir un espacio entre la palabra y el silencio…

Felices sueños

29 de septiembre de 2010, 22:36  
Blogger QuiaSint ha dicho...

Pessoa, Luna, es muy denso. Hay que leerlo línea a línea, meditando a cada segundo lo que dice o lo que trata de decir; un escritor, para mí al menos, abstruso y complejo. ¿Qué intervalo es ése que hay entre Pessoa y Pessoa? Ni siquiera él lo sabe. Todo lo que logra constatar es la estancia de una múltiple existencia, lo que ya es mucho, pues no todos los mortales podemos alcanzar ese punto de reflexión introspectiva.
Libro del desasosiego es todo lo que he leído de Pessoa. No recuerdo esa frase a la que haces referencia, pero, ¡ay!, me hago viejo, y mi memoria falla.
Te agradezco el deseo. No obstante, he llegado a la conclusión de que cuando duermo, sufra o goce, no soy ni feliz ni infeliz. La felicidad, estimo, precisa de la consciencia, y la mayoría de las veces también de la voluntad. La voluntad de ser feliz.

Un abrazo afectuoso.

1 de octubre de 2010, 11:35  
Blogger Luna ha dicho...

Perdón.
Llevo unos días que vivo sin vivir en mí y pasa lo que pasa.
No hice huelga y me bebí un chupito de ron. Debió ser eso.

No es de Pessoa, es de Juarroz.

Creo más en la voluntad de asimilar las cosas buenas y las menos buenas e intentar encontrar un equilibrio.

Saludos cariñosos

1 de octubre de 2010, 18:35  
Blogger Luna ha dicho...

Leí, Esmeralda ya no está en París desde su enlace donde Porto.

Gracias

1 de octubre de 2010, 18:52  
Blogger NáN ha dicho...

Los intervalos, los huecos. Si en la física de lo inmenso funciona, ¿por qué no en nuestra mente?

Son los utilísimos estados alterados de la conciencia. Donde ves lo que no está.

Un buen bastón, Pessoa.

2 de octubre de 2010, 20:17  

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