jueves, 21 de enero de 2010

¡Oh Mecenas!

De Fernando Savater podemos esperar libros buenos o malos, podemos estar o no de acuerdo con sus ideas, pero lo que de veras sorprende es que incurra en alguna clamorosa falta de sagacidad. Hoy me he desayunado leyendo en El País un artículo en el que avisa del retroceso cultural que se desencadenaría si, con el achaque de las descargas gratuitas, resucitara la figura del mecenas. Como Savater es siempre tan didáctico, ha explicado que mecenas es la antonomasia de Mecenas, el noble romano que andaba en el círculo de Augusto y que financiaba la obra de grandes artistas. Viene a decir que entonces, cuando un hombre rico financiaba las artes y las letras, el escultor o el pintor eran reos de sus caprichos, y que si se permitiera en internet el todo gratis volveríamos a la cavernosa situación del caciquismo estético. Incluso pone un ejemplo supremo que me ha llegado al alma: dice que fue Mecenas quien sugirió a Virgilio que escribiera las Geórgicas. ¡Pues alabado sea Mecenas, porque su capricho caciquil consistió en revolucionar la literatura desde su misma raíz y para siempre!

La verdad es que Mecenas se lo sugirió a instancias del mecenas mayor, el propio Augusto, que quería despertar en la clase culta romana el regreso a los abandonados campos. Y la verdad también, como dice Savater, es que Mecenas mantuvo a Virgilio los muy largos años que le costó escribir ese poema y, sobre todo, el siguiente, la Eneida. ¿Es eso para Savater una prueba de falta de libertad para el poeta o su teoría del mecenazgo sólo puede aplicarse ahora? ¿Desde cuándo el mecenazgo es malo, desde que Virgilio se retiraba a escribir a la Campania o desde que Savater siente peligrar sus derechos de autor?

Pero la falta de sagacidad no es esa. Parece mentira que un hombre con sentido global de la realidad (creo que eso es un filósofo) no se dé cuenta de que la figura del mecenas no sólo no ha desaparecido sino que se ha enquistado en las más caciquiles oligarquías artísticas sin la frescura y el capricho de los tiempos de Mecenas. Sí, él encargó a Virgilio un poema a cambio de que tuviese suficiente dinero para no pensar en otra cosa, que es, exactamente, lo que hizo Lara cuando le encargó a Savater que escribiera una novela a cambio de cincuenta kilos limpios. La diferencia es que las Geórgicas de Virgilio siguen siendo, como dijo Dryden, the best poem of the best poet, y la novela de Savater era una mierda.

Porque el mecenazgo virgiliano llegó hasta el siglo XIX, y entonces, más que ser sustituido graciosamente por la voluntad de los lectores, pasó a manos del mercado. Aun con todo, los profesionales como Galdós tuvieron que sudar tinta y escribir con ella, intentaron zafarse de los nuevos mecenas, los editores, que sólo se diferenciaban de los antiguos nobles en que veían la literatura como un negocio, y en el caso de Galdós hubo que bajar los brazos y firmar un contrato con otro mecenas. Antes que él, el patrón de la novela popular, Walter Scott, debió trabajar como un forzado aun en su lecho de muerte para pagar las deudas. Si Góngora pudo largarse de la pestífera corte y escribir a sus anchas el Polifemo no fue gracias a la popularidad de sus poemas (más de la que uno creería) sino a la munificencia del conde de Niebla. El bueno de Lope tenía que escribir comedias en horas veinticuatro porque no llegaba a fin de mes, ¡como para que ahora vengan los de la Sociedad de Autores a sisar dinero cuando unos lugareños representan Fuenteovejuna!

¿Cuándo dejó de haber mecenas, si hasta los toreros se apuntaron en el siglo XX a la costumbre? ¿Qué habría sido de tantos escritores sin el contacto, el amigo, el chanchullo, el confidente? ¿Qué habría sido de Umbral –o de Vicent– si Cela no llega a encargarle, nada más conocerlo, un par de libros? ¿Y de Muñoz Molina si un amigo no le hubiera presentado a Pere Gimferrer? Los mecenas del siglo XX no son bon vivants con puños de celuloide que regalaban su dinero a los ingenios, sino aquellos que te meten en el círculo exclusivo de los artistas oficiales, que ceban la caldera de las ventas y se especializan en comerciar con el gato y la liebre.

Y también parece mentira que Savater no se dé cuenta de que la red tiende a terminar más pronto o más tarde con ese modelo de oligarquía cultural, de artistas por recomendación. La sobreabundancia de personas que saben redactar ha degenerado, cómo no, en el arte como lujo, como actividad a la que sólo pueden dedicarse en exclusiva unos cuantos privilegiados, para siempre y hagan lo que hagan. Si algo demuestra la red es que, junto a escritorzuelos como el que firma este blog, abundan los escritores que no tienen nada que envidiar a la oficialidad editorial, y lo mismo podríamos decir de cineastas y de pintores. Claro que siempre se puede reclamar un mecenas oficial al estilo de Juan Goytisolo, cuando repite que está bien que haya best-sellers porque así los editores pueden invertir en gente tan exquisita como él.

No sé si volverán o no los mecenas, pero estoy seguro de que, si vuelven, la misma red será, más que el Gran Hermano, el Gran Mecenas. Las descargas, sí, sirven para seleccionar, para separar el grano de la paja, el producto de la obra. En la red no interesan los apellidos sino lo que hay escrito, filmado o pintado. Importa la obra singular más que la carrera artística. Y eso no sé si será bueno o malo, pero sí sé que es inevitable. ¿Cómo es que, de pronto, el artistazgo oficial ya no confía en la sabiduría del público? ¿Por qué piensa que el público tiene espíritu delincuente y no voracidad cultural, y, sobre todo, pocas ganas de que lo engañen?

Si la novela con la que ganó Savater el Planeta hubiera estado antes en la red, mucho me temo que ni Dios la habría comprado. Las Geórgicas está entera en internet, y no hay en España librería que de vez en cuando no siga vendiendo un ejemplar. Baroja o Galdós tienen toda su obra en la red, y sus libros se siguen vendiendo como churros. Esa es la diferencia.

Antonio Castellote

bernardinas.blogspot.com

2 comentarios:

Blogger Jesús Miramón ha dicho...

¡Bravo bravísimo, Antonio Castellote!

21 de enero de 2010, 15:33  
Blogger it ha dicho...

No se puede decir mejor.
(...y ahora a leerse Las Georgicas, esas...)

21 de enero de 2010, 18:21  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio