martes, 12 de enero de 2010

Árboles

Son lozanos aunque bordes, llenos de vigor,
los árboles que salen espontáneamente
y crecen buscando los dominios de la luz,
pues al suelo da sustento la naturaleza.
Pero también sacan estos el alma silvestre
si se injertan o en hoyos mullidos trasplantan,
y si atención se les dedica con frecuencia,
a no tardar se amoldan a cualquier cultivo.
Lo mismo hará el árbol estéril que brota
de las más bajas raíces, si a un campo despejado
se lo quiere trasplantar; si no, lo ensombrecen
las altas frondas, las ramas maternas el medro
niegan a sus frutos, los abrasan si han crecido.
Lento crece un árbol que se pone con simiente
y sombra dará solo a los lejanos nietos,
las pomas se corrompen, falta el suco primordial,
pobres racimos da la vid, triunfo de los pájaros.
A todos los árboles hay que poner cuidado,
en hoyo hay que plantarlos todos, y domarlos
a puro de atenciones. Mejor, en cambio, nace
de un tronco el olivo, de mugrones la vid,
el mirto de Pafos de su sólida madera,
los duros avellanos en plantero, y el fresno
gigantesco y el umbroso árbol del que Hércules
sacaba sus coronas; incluso nace así la palma larga
y el abeto que ha de ver lances del mar.
Pero el áspero madroño es injertado
con el fruto del nogal, y los plátanos bordes
recios manzanos dieron, y castaños las hayas;
y mascan cerdos bajo el olmo las bellotas
y al fresno encaneció el peral de blanca flor.


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La propagación de los árboles

2 comentarios:

Blogger Elvira ha dicho...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

14 de enero de 2010, 21:37  
Blogger Elvira ha dicho...

¡Qué lío al final! Yo creía que no se podían pedir peras al olmo, ni castañas a las hayas...

14 de enero de 2010, 21:38  

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