miércoles, 10 de agosto de 2011

Cavidades

«[Abrió, por tanto, su pecho] lo que consiguió con no poca dificultad y repugnancia, tras multiplicados y penosos esfuerzos, dejando ya el corazón al descubierto; como le viera macizo por todas sus partes, observó si notaba en él algún defecto aparente o manifiesto, y no encontró en él cosa alguna; pero habiéndole comprimido con su mano, vino en conocimiento de que había en él alguna cavidad, y dijo: «Tal vez el objeto último de mis investigaciones precisamente esté en el interior de este miembro, y yo no he llegado a él todavía». Rajó, pues, sobre él, y encontró allí dos cavidades, una del lado derecho y otra del lado izquierdo; la del lado derecho llena de sangre coagulada y la del lado izquierdo vacía, no había en ella cosa alguna, y dijo: «No hay la menor duda que el asiento de la cosa que busco sea uno de estos dos receptáculos». [Y se dijo:] «En cuanto a esta sangre, ¿cuántas veces al herirme las bestias, peleando con ellas, fluyó de mi cuerpo con abundancia? Y, sin embargo, ni esto me ha perjudicado, ni me ha impedido en lo más mínimo ninguna de mis acciones. No es pues, este receptáculo donde se halla el objeto ansiado. Por lo que respecta al receptáculo del lado izquierdo, veo que se halla vacío, [y no] me avengo a pensar sino que el objeto por mí buscado estaba en él, y que, al separarse de allí, lo dejó vacío; y que por esta causa sobrevino a este cuerpo la paralización que se apoderó de él, privándole de los sentidos y anulando sus movimientos». Y cuando vió que aquello que se alojaba en dicho receptáculo se ausentó antes de la destrucción de éste, y que le abandonó cuando aún se hallaba en buen estado, comprendió que con más razón no volvería a él después de la destrucción y disección de que había sido objeto.»
«Consagróse, pues, a la meditación acerca de aquella entidad, qué sería, cómo existiría, qué fuera lo que la unió a aquella carne, adónde se había dirigido, por qué puerta saliera cuando se ausentó del cuerpo, cuál la causa que la determinara al salir, si fué contra o según su voluntad, y en este último supuesto, cuál fuera la causa por la cual se le hiciera tan odioso el cuerpo, que se decidiera a abandonarle.»



Abu Bequer ben Abd-el-Melek ben Thofail

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