miércoles, 16 de febrero de 2011

Escrito en Elche

Mira el paisaje del amor

Tú.
Que llenas todo de alegría y juventud
Y ves fantasmas en la noche de trasluz
Y oyes el canto perfumado del azul
Vete de mí
No te detengas a mirar
Las ramas muertas del rosal
Que se marchitan sin dar flor
Mira el paisaje del amor
Que es la razón para soñar
Y amar.

Vete de mí
V. y H. Expósito

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Camina cabizbaja con el mentón enterrado en el pecho esperando pasar desapercibida. En cambio consigue que todos la miren. Con tanto sollozo y tanto jipío se convierte en un blanco perfecto para la curiosidad ajena. Carcomido el ánimo por el desencanto, fija la mirada en las baldosas del suelo intentando poner sus pies solamente en las rojas. Cuando las ojeras jalonan su rostro, los ojos le penan y la nariz le escuece de tanto sonársela, su curiosidad circula obstinada en calcular qué podría pasar si en un descuido pisara donde no debe. Lo gris. Al meter las manos en los bolsillos, encuentra el pañuelo que se compró para sujetarse el pelo aquella tarde, cuando quedaron por segunda o tercera vez. Lo mira y lo deja caer. Le duele recordar.
Detrás de ella, sin reconocer el pañuelo y esquivándolo en su marcha, un hombre espera la ocasión para detenerla. Posiblemente no se atreva a hacerlo, ni en esa calle ni en las siguientes, pero sujeta unas violetas con esperanza e hila una explicación creíble para volverla a comenzar por inmerecida cada vez que vuelve una esquina. Temiéndose el final del recorrido e irreparablemente cada vez más cerca de él, con la certeza de ser incapaz de atajarla, de abrazarla, de reconfortarla con la alegría de su regreso. Persiguiéndola mientras camina cabizbaja con el mentón enterrado en el pecho, esperando pasar desapercibida.
Siguiéndoles a ambos, una señora pisa el pañuelo. Pasa por encima con la cabeza bien alta, los ojos cargados, los labios oprimidos. Estruja en su mano derecha un informe que le ha echado diez años encima, descubriéndole la traición y el engaño, la pasión inoportuna e inconfesable de su señor esposo. Cada poco se detiene arrepentida de su extravío queriendo retomar la dignidad de su personaje, la nobleza de su comportamiento, la honra de su proceder… pero sin poder sujetar su encono, derrama lágrimas negras mientras va arrancándose trozos del alma, siguiendo la neurasténica marcha de ese hombre con un pequeño ramo de flores en la mano.
En los ultramarinos la cara del dueño se ilumina a su paso. Habría tantas cosas que querría decirle y son tantos sueños los que destaparía para ella, tan señora, que sin percibir el dolor de sus ojos estira una sonrisa y levanta su mano para saludarla, bajándola con vergüenza. Guardándola bajo el delantal para cortársela más tarde. Qué horror. Invisible de nuevo, el tendero vuelve a su trabajo en las estanterías, reponiendo conservas que veinte años atrás comenzaron a apilarse en ese rincón, mientras el pañuelo acaricia su postigo sin detenerse y él cae en la cuenta, con abatimiento, que podría comparar cada pote con un fragmento de su alma, almacenado cada vez que ella ha pasado por su puerta sin que se atreviera, a nada como ahora mismo, para acabar viéndola alejarse caminando erguida, con la cabeza bien alta y desafiante.
Enfrente, la hija mayor del pescadero, que vigila la puerta de los comestibles desde el pasado mes de noviembre, se queda mirando el pañuelo mientras pasa de largo empujado por el viento. Ya no sabe vivir sin espiar el otro lado de la acera. Una mañana de domingo su madre la envió a comprar manzanas, y el dueño puso una de más en el cartucho y le sonrió al entregárselo, prendiendo así de sencillamente el corazón de la chiquilla a la persiana de su tienda. Cree estar enamorada y es muy posible que lo esté, por eso espera pacientemente a que él atraviese la calle. Por eso, y porque se le cruzó un cometa en sueños y en su estela estaban los dos.
En la punta de la calle, una pareja se habla de amor en los ojos y aunque no llegan más allá de los labios, calman una sed inagotable que les arranca suspiros de pasión. ¡Ay! Mira –dice ella, recogiendo el pañuelo que se enreda entre sus pies- lo que siento me sale de aquí, te juro por lo más sagrado que noto algo. Es caliente y lo llevo prendido en el cuello. Si no te beso, me hincharé hasta salir volando o hasta explotar. Y él, que lo ha visto en su cabeza con claridad, entreviendo la pérdida pone su boca sobre la de ella para decirle: Ahora mismo te saco eso del pecho. Ríen y entre alharacas y arrumacos el pañuelo se les escapa de las manos y rueda arboleda abajo.
Al doblar la vereda, el jardinero arranca con entusiasmo las ramas secas. Conseguirá un buen pellizco en cuanto el cementerio parezca el jardín del mismísimo alcalde, y como tiene ganas de acabar su trabajo para poner la mano, a la carrera y con furor estira de los ramajes. Su mano encuentra resistencia en un jazminero que brota fresco, perfumando la tumba de esa muchacha que murió de mal amores y la de aquel señor mayor que la visitó durante años y que cayó sin vida allí mismo. Tenaz, consigue arrancarlo de raíz, dejando al descubierto un puñado de tierra húmeda que se encoge ante la lluvia que comienza a desplomarse, hasta que la corriente empuja allí el pañuelo que, rodando con delicadeza, viene a detenerse sobre la brecha. Amparándola.



Rosa

15 comentarios:

Blogger Portarosa ha dicho...

Hay muchos blogs buenos, muchísimos. Algunos magníficos. Pero de todos los que he conocido, tal vez ha sido el de Rosa en el que he leído los fragmentos (siempre en medio de textos siempre muy buenos) más brillantes.

16 de febrero de 2011, 15:34  
Blogger Jesús Miramón ha dicho...

Acabo de darme cuenta de que ha dado de baja el blog. Me da pena. Hubo un tiempo en el que nos leíamos mutuamente y, de algún modo, creo que nos caíamos bien. Si vuelve a abrir otro blog espero dar con él. Rosa escribe muy bien.

16 de febrero de 2011, 18:10  
Anonymous La donna è mobile ha dicho...

Gracias, Fernando, siempre que te has referido a mi blog, has sido muy (muy) amable, :-)

Jesús, nos caíamos y nos caemos bien. Estoy absolutamente segura de habértelo transmitido siempre, y me honra haberte presentado a mucha de la gente que hoy día te sigue visitando. Pero yo ya no leo a nadie (ohhhh, :-)), salvo un poco a Sir para no perder del todo el contacto con vosotros. Estoy entregada a la prosperidad en cuerpo y alma, :-)

Desde que volviste de Irlanda que no te visito, concretamente (ya ha llovido un tanto), pero las personas que se aprecian tienen de bueno que si mañana mismo pudiera reengancharme a ti, me costaría cero coma.

En fin, que no lo olvides, :-)

16 de febrero de 2011, 19:41  
Blogger Jesús Miramón ha dicho...

No lo olvidaré porque tienes toda la razón. Un beso. Te deseo toda la prosperidad del mundo.

:-)

(Y si vuelves a escribir que sepas que me gustaría saberlo)

16 de febrero de 2011, 19:48  
Anonymous La donna è mobile ha dicho...

Y a ti Sir, gracias (unas gracias con su sonrisa y su caidita de ojos). Al fin un título para el que no has tenido que estrujarte el seso, :-)

Y ahora disolvámonos pacíficamente, que hay un montón de cosas que hacer.

16 de febrero de 2011, 19:48  
Anonymous La donna è mobile ha dicho...

Un abrazo, Jesús, :-)

(No creo que abra otro, segurísimo. Tengo planes "mazo" importantes. Y hasta aquí puedo leer.)

16 de febrero de 2011, 19:52  
Blogger NáN ha dicho...

Pues es un buen trávelin, el que has dado.

Ah, la prosperidad. Supongo que tendrás buenos motivos para quererla. Que la encuentres.

Y quedamos, pues, que el blog de Sir es el punto de cita.

Besos

21 de febrero de 2011, 6:35  
Blogger T ha dicho...

Suerte. Mucha suerte.

21 de febrero de 2011, 9:10  
Anonymous La donna è mobile ha dicho...

Gracias, NáN. La encontraré, seguro.

Gracias, T., siempre hace falta, :-)

21 de febrero de 2011, 18:37  
Blogger it ha dicho...

Creo que éste fue el texto que leí en el blog de Rosa aquella primera vez.
Y me enganchó.
La fuerza y la sencillez del relato que se dividía y volvía a unir con el ritmo de unos regatos de agua que bailan....

A ellos le siguieron unas secuencias asombrosas y aborrecibles a un tiempo de unas cajas insidiosas, llenas de moscas y deshechos abyectos (eran sus experimentos, o algún juego literario que mantenía con alguien).

Al poco, sin esfuerzo aparente, siguió derramando literatura, trazos de sí en párrafos tan perfectos que parecía que siempre hubieran estado allí, que simplemente se habían dejado caer del rosal que ella agitaba suavemente.

Rosa siempre sorprendente.
Apasionada y cercana. Distante y observadora. Una 'Ella' literaria.

Que la vida, como ese pañuelo suyo del relato, la lleve donde ella quiera. Que disfrute del viento. Que vaya. Y que..... vuelva.

Un beso, Rosaquerida. No se te ocurra perderte!


it

23 de febrero de 2011, 12:34  
Anonymous La donna è mobile ha dicho...

Mi Sitaquerida, :-)

Descuida, que donde tú estés, tengo que estar yo. Porque de ti (y que levante el dedo el que no, para que le caiga un rayo) sacamos la fuerza, la risa y la vida, la mitad, o más, de toda esta cuadrilla.

Sir el primero. Que es un chupóptero, y cualquier día, ¡cualquier! se le descubrirá y etcétera de otras amenazas, que se nos irán todas (todas) las pantorrillas al techo.

:-)))

23 de febrero de 2011, 20:42  
Blogger it ha dicho...

También estarás tú donde yo esté, Rosa.
Y aunque sean las 9'30 (minuto más minuto menos, que nunca hemos sido ni tú ni yo muy exactas, que digamos....) levanto mi copa de buen champagne por tí. Por todas las risas, por lo leído, por lo vivido y, ¡sobre todo!, por lo que nos queda por vivir.

Y ahora, andando, que hay infinito que hacer!

it ;-))

P.D. Conozco tu ciudad. Avisada quedassss...... ejemm... Swavek, Svenks (esos amables amiguitos bielorrusos) ya van para allá a tomar posiciones... tienen orden de actuar si, en plazo razonable, no dices "Uys!" o parecido....

25 de febrero de 2011, 8:39  
Anonymous La donna è mobile ha dicho...

¡Uys!

Más vale tarde que nunca, :-)

Por cierto, que vengo en éxtasis. En éxtasis. Me he pasado los dos últimos días con la flor y nata de la policía nacional-comunitaria-local de la zona, y permítaseme un ayyyyyyyyyyyyyyyy...

Y si hubiesen sido bomberos, ya... (¿es posible estar en la misma habitación que un bombero, y no imaginarlo saltando el banquito? ¿No imaginarlo subiendo la cuerda sin utilizar los pies? ¿No imaginarlo derribando tu puerta a hachazos? ¿Haciendo mil o dos mil flexiones de brazos?)

(...)

25 de febrero de 2011, 19:35  
Blogger NáN ha dicho...

Co-jones! (léase en sel sentido de que co-operación es una operación hecha entre varios).

Resulta que pensaba, IT, que solo tenías un blog cuya última entrada era del 30 de marzo, y has puesto alguna entrada más... ¡pero tiene otro blog activo!

Cojones

26 de febrero de 2011, 10:25  
Blogger QuiaSint ha dicho...

Y algún un otro más que no publicita.

Bomberos de verdad:
http://www.youtube.com/watch?v=3z9D1X6C36k

26 de febrero de 2011, 13:46  

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