A mí, me encanta Faulkner, Sir. A Mann, ya sabe usted que lo venero. Con el que no he podido nunca es con Joyce. Y a mi edad, ya lo he dejado por imposible.
De los tres que estamos hablando, Faulkner es el que mejor he digerido. La montaña mágica me costó un esfuerzo indecible. Con el Ulises lo he intentado varias veces y, como en su caso, siempre he tenido que dejarlo por imposible; vamos, que nunca he llegado al segundo volumen. Si nos vamos a hablar de Proust, ya ni le cuento. Lo que pasa con Faulkner —lo que me pasa, hay que entender— es que las narraciones pierden la linealidad, y se desvanecen en meandros y meandros… Podría ser también que las traducciones de los libros baratos que yo me compro no sean lo suficientemente buenas.No lo sé. En corto, la prosa de Faulkner está plagada de piedras preciosas. Sin salirnos de El villorio, vea este tropo que cito de memoria: “tenía los ojos del color de un hacha nueva”. Faulkner es, entre otras muchas cosas, ese tipo de ornatos.
Hay que desbrozarlo, es verdad, no es sólo cuestión de traductor, aunque todavía tengo clavada la traducción que hicieron del discurso del Nobel, aquel 'me rehuso a aceptar el fin del hombre' chirriaba por todos los sitios. Con lo fácil que es decir 'me niego a aceptar el fin del hombre'.
Otra perla de Faulkner que me encanta es ésta: 'entre la pena y la nada, elijo la pena'. Es de 'Las Palmeras salvajes'.
5 comentarios:
¡Qué buena, Sir!
Claro, es Faulkner.
Y añado: los libros de Faulkner, al igual que los Joyce y Mann, siempre me han resultado particularmente difíciles.
Un abrazo.
A mí, me encanta Faulkner, Sir. A Mann, ya sabe usted que lo venero. Con el que no he podido nunca es con Joyce. Y a mi edad, ya lo he dejado por imposible.
De los tres que estamos hablando, Faulkner es el que mejor he digerido. La montaña mágica me costó un esfuerzo indecible. Con el Ulises lo he intentado varias veces y, como en su caso, siempre he tenido que dejarlo por imposible; vamos, que nunca he llegado al segundo volumen. Si nos vamos a hablar de Proust, ya ni le cuento. Lo que pasa con Faulkner —lo que me pasa, hay que entender— es que las narraciones pierden la linealidad, y se desvanecen en meandros y meandros… Podría ser también que las traducciones de los libros baratos que yo me compro no sean lo suficientemente buenas.No lo sé. En corto, la prosa de Faulkner está plagada de piedras preciosas. Sin salirnos de El villorio, vea este tropo que cito de memoria: “tenía los ojos del color de un hacha nueva”. Faulkner es, entre otras muchas cosas, ese tipo de ornatos.
Sirwood
Hay que desbrozarlo, es verdad, no es sólo cuestión de traductor, aunque todavía tengo clavada la traducción que hicieron del discurso del Nobel, aquel 'me rehuso a aceptar el fin del hombre' chirriaba por todos los sitios. Con lo fácil que es decir 'me niego a aceptar el fin del hombre'.
Otra perla de Faulkner que me encanta es ésta: 'entre la pena y la nada, elijo la pena'. Es de 'Las Palmeras salvajes'.
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