El 8º
Madrid, 19 de mayo de 2010
EUROPA PRESS
Los niños que saben decir mentiras tienen mayores probabilidades para prosperar en su vida de adultos que sus coetáneos veraces, según un estudio del Instituto de Estudios sobre el Niño de la Universidad de Toronto, en Canadá, que han investigado esta conducta entre los niños.
"Los procesos cerebrales de formular una mentira son un indicador de la inteligencia del niño", ha señalado el doctor Kang Lee, director del instituto.
Tras analizar la conducta de 1.200 niños y adolescentes de 2 a 17 años, los expertos canadienses han llegado a la conclusión de que aquellos que aprendieron a mentir desde tierna edad, más tarde alcanzaron un desarrollo más notable.
Para ello, han realizado una prueba de honestidad en la que los adultos pedían a los chicos no echar un vistazo al juguete colocado a sus espaldas y dejaban a los niños solos en la habitación. Al regresar, los preguntaban si cumplieron lo que se les había pedido y comprobaban la respuesta con la grabación de un vídeo.
La capacidad de mentir la han mostrado "uno de cada cinco niños de dos años de edad. Entre los de cuatro años, nueve de cada diez chicos. A los 12 años, la aspiración a mentir registra indicadores máximos", ha explicado Lee.
No obstante ha asegurado que los padres "no deben alarmarse al notar que el niño miente, no llegará a ser un mentiroso patológico" y ha añadido que, "casi todos los niños mienten", lo que es "una señal de haber alcanzado un nivel más alto en su desarrollo".
En este sentido, expertos del Museo de la Ciencia de Londres han afirmado en el diario británico 'The Daily Telegraph' que "el hombre miente tres veces al día, como término medio, y la mujer, dos".
Además, han explicado que la gente miente antes a otras personas que a su madre (el 25% de los hombres y el 20% de las mujeres). Igualmente, al mentir, las mujeres experimentan remordimientos de conciencia, el 82 por ciento de los casos, y los hombres, en el 70 por ciento. Sobre las razones para mentir, el 75 por ciento de los encuestados afirman que lo han hecho para no herir los sentimientos de una persona.
EUROPA PRESS
Los niños que saben decir mentiras tienen mayores probabilidades para prosperar en su vida de adultos que sus coetáneos veraces, según un estudio del Instituto de Estudios sobre el Niño de la Universidad de Toronto, en Canadá, que han investigado esta conducta entre los niños.
"Los procesos cerebrales de formular una mentira son un indicador de la inteligencia del niño", ha señalado el doctor Kang Lee, director del instituto.
Tras analizar la conducta de 1.200 niños y adolescentes de 2 a 17 años, los expertos canadienses han llegado a la conclusión de que aquellos que aprendieron a mentir desde tierna edad, más tarde alcanzaron un desarrollo más notable.
Para ello, han realizado una prueba de honestidad en la que los adultos pedían a los chicos no echar un vistazo al juguete colocado a sus espaldas y dejaban a los niños solos en la habitación. Al regresar, los preguntaban si cumplieron lo que se les había pedido y comprobaban la respuesta con la grabación de un vídeo.
La capacidad de mentir la han mostrado "uno de cada cinco niños de dos años de edad. Entre los de cuatro años, nueve de cada diez chicos. A los 12 años, la aspiración a mentir registra indicadores máximos", ha explicado Lee.
No obstante ha asegurado que los padres "no deben alarmarse al notar que el niño miente, no llegará a ser un mentiroso patológico" y ha añadido que, "casi todos los niños mienten", lo que es "una señal de haber alcanzado un nivel más alto en su desarrollo".
En este sentido, expertos del Museo de la Ciencia de Londres han afirmado en el diario británico 'The Daily Telegraph' que "el hombre miente tres veces al día, como término medio, y la mujer, dos".
Además, han explicado que la gente miente antes a otras personas que a su madre (el 25% de los hombres y el 20% de las mujeres). Igualmente, al mentir, las mujeres experimentan remordimientos de conciencia, el 82 por ciento de los casos, y los hombres, en el 70 por ciento. Sobre las razones para mentir, el 75 por ciento de los encuestados afirman que lo han hecho para no herir los sentimientos de una persona.
7 comentarios:
Me parece que los porcentajes mientan más que los niños y, además, son menos creíbles.
Hasta la Iglesia necesitó de 3 mentiras en una sola noche, no en un día, para fundarse.
Como en los espías, los mentirosos dobles (un 3% de la humanidad) son más interesantes que los que solo tienen como recorrido una mentira en plan machaca. Los mentirosos triples, el 0,003% de la humanidad, son los autores que leo.
Este es un comentario en serio, no como los suyos:
Yo le daba una importancia enorme (léase excesiva, u obsesiva) a que mi hija me mintiese. Le decía que era lo peor que me podía hacer.
Hasta que mi psicoanalista (cuando tenía) me dijo que no, que estaba muy bien; que el mecanismo de mentirme para librarse de algo o para que no le diese el coñazo era de lo más lógico y comprensible; y síntoma de salud mental.
Salud mental de la niña, claro. La mía quedó en entredicho.
Mira que llevo tiempo diciéndote que hay cosas que no hay que tomarse en serio.
Los que viven en la senda de la verdad, solo ven un mundo.
Los que hacen incursiones en las mentirijillas, han inventado un segundo mundo donde suceden otras cosas... ¡y deben esforzarse para que el punto de sutura entre los dos mundo no se note!
¿Quiénes son más inteligentes y desarrollan más el cerebro?
Yo no miento nunca, porque solo miento a quienes prefieren no saber la verdad. Esa es mi ética y, como decía Groucho Marx, si no te gusta tengo otras.
Ya, si es que no aprendo.
Y eso que mi hija no mentía apenas nada... Pero ahora ya no les riño por eso; y desde luego no me lo tomo como antes, me parece normal.
Y, digo yo, ¿qué coño significa el título de este post?
El 8º... mandamiento, hijo, mandamiento.
Pero qué tipo de creyente ha sido usted?
Si se quedó atrasado en ese tema, el Sr. Minis Trillo da unos cursillos estupendos sobre nadar y robar ña ropa de los demás.
(Qué vergüenza, Filla. Qué mal que nos hizo la catequesis).
Anda, coño, es verdad...
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