Dedos delatores
Por la noche extiendo
los resplandecientes
dedos de las manos, que apuntan
en dirección de las
rosas, mi cabeza se inclina
en silencio
a lo floreciente, a
lo marchito,
y estos tersos dedos
apuntan
en dirección de las
olas, mi cabeza se inclina en silencio
a la calma
de los dedos helados
que apuntan
en dirección del
risco, mi cabeza se inclina en silencio
a quienes permanecen.
Me deslizo dentro de
los guijarros del manantial.
Mi pelo ha crecido
como trigo, pero no puede cosecharse.
En las noches
extiendo
los dedos callosos de
las manos, que apuntan
en dirección del
lenguaje, mi cabeza se inclina en silencio
a los delgados dedos
que hablan,
que escuchan, que
apuntan
en dirección de un
milagro, mi cabeza se inclina en silencio
a los existentes, no
existentes
dedos torcidos que
apuntan
en dirección de un sueño,
mi cabeza se inclina en silencio
sobre hermosas
escenas y pesadillas.
En las noches, sueño
que me arrojan a un matadero
La Muerte no es un
secreto sino un atisbo.
El alba ha llegado,
los dedos todavía apuntan
en dirección de un
canto
que alguna vez canté,
pero ahora he perdido mi voz.
El sol se ha elevado,
los dedos firmes apuntan
en dirección de mi
Madre.
Ahí nací, pero ahora
la deriva me empuja cada vez
más lejos.
El sol me ciega, los
dedos temblorosos
apuntan en dirección
de una ciudad
que celebra mi propio
funeral
como si se tratara de
un títere
que no da muestras de
vida a menos que una mano tire
de sus hilos.
Mi rostro está
manchado de lágrimas, no puedo ver
adónde apunta el
último dedo.
Si apunta hacia mi
imaginación
entonces es la
dirección del tiempo
que también es tu
dirección.
Después que alguien
dijera que el agua corría muy rápido
llegaste a provocar
un torbellino
para ahogarme, para
estrangularme
y luego, de pronto,
apuntaste con tu dedo
en dirección al vacío.
Mo Mo
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