lunes, 30 de septiembre de 2013

La hora de los pecados

¡Oh príncipe del atardecer!
Mosquetero de pluma y letras,
valiente a la hora de ver morir rosas entre tus manos.
Águila blanca que sobrevuela el nido revuelto de mis pesadillas más terrenales
y algunos perdidos sueños con sabor a sal y miel.
Espadachín apuesto, cabellos de oro, armadura de piel desnuda,
sonando a melodías secretas sobre la carne de tus batallas.
Tiende tu capa de terciopelo sobre la hierba…toma mi mano,
de rodillas me aferraré al mármol blanco de tu figura.
Es la hora del silencioso pecado. Es el momento de la entrega.
He visto florecer especies nuevas en cada caricia, en el vértice de la insolencia,
entre mis piernas aladas, en el tic tac de dos corazones sin tiempo.
Oh caballero amante!
Por tierra caen los pudores y los pudorosos mandatos que desconoces.
Soy una pequeña esclava del placer, agitando mi pelo en los insaciables galopes de tu caballo azul.
Detén el tiempo ahora mismo…en las magnolias que se desarman sobre tu rostro sediento
y caigan por tus mejillas, las estrellas cómplices de una mirada profunda, salvaje, a la hora del amor.
Ni doncella, ni santa…enferma de deseo, espero en la oscuridad de lo prohibido
tu espada destellando el fuego sagrado de la vida!
No dejes que el tiempo corra. ¡Detente dentro de mí para siempre!
Detente a combatir la hipocresía de una rosa sin espinas vestida de princesa,
con aroma a mujer y pensamientos tan ardientes, como el dragón de tu vientre. 


Rita Merecedes Chio Isoird

2 comentarios:

Blogger NáN ha dicho...

ah, la fotografiada!

19 de octubre de 2013, 8:16  
Blogger QuiaSint ha dicho...

Casi un mes sin entradas.
¡Tengo que dedicarle algo más de tiempo a este blog!

Un abrazo.

22 de octubre de 2013, 12:40  

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