domingo, 26 de diciembre de 2010

Golpes tras un asesinato

"En la persona asesinada, toda pelea del pensamiento, todo flujo y reflujo de la pasión y de intención, están condicionados por un pánico irresistible; el miedo al instante de la muerte lo aplasta 'con su mazo petrificado'. Pero en el asesino, un asesino tal y como sería contemplado por un poeta, su conducta debe estar guiada por una enorme y violenta tormenta de pasión —celos, ambición, venganza, odio— que creará un infierno en él; y es dentro de este infierno donde debemos mirar." (...) "Los asesinos y el asesinato deben permanecer aislados —separados por un inconmensurable golfo procedente de la marea y la sucesión de los comunes asuntos humanos—, encerrados y apartados en algún profundo escondrijo; debemos ser conscientes de que el mundo de la vida común está repentinamente detenido —tendido para dormir, hipnotizado y oprimido por un armisticio temible: el tiempo debe ser aniquilado; la relación con las cosas exteriores, abolida; y todo debe constreñirse a un profundo desmayo y suspensión de la pasión terrenal. En consecuencia, cuando el hecho se ha consumado, cuando el trabajo de lo oscuro es perfecto, entonces el mundo de lo oscuro se desvanece como una pompa de jabón: se escuchan los golpes a la puerta; y se hace evidentemente audible que la reacción ha comenzado: lo humano ha causado su reflujo sobre lo malvado; los pulsos de la vida comienzan a latir de nuevo; y el restablecimiento de las andanzas del mundo en el cual vivimos, nos hace profundamente sensibles al poderoso paréntesis que las había suspendido."


Thomas De Quincey

On the koncking at the gate, in Macbeth

Ensayos

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