Hacerse el muerto
Flotas haciéndote el muerto. No recuerdas con exactitud cuándo lo aprendiste pero el caso es que sabes hacerlo. Piensas en ello mientras flotas con los pies por delante, subiendo y bajando a merced de las olas. El mar suena en los oídos sumergidos y el sol quema en silencio el rostro que asoma. Tu técnica, reconócelo, es un poco defectuosa y debes ayudarte discretamente con los brazos. Cierras los ojos. La playa y sus habitantes, así como el paseo marítimo y los edificios, dejan de existir. ¿Cuándo aprendiste a hacerte el muerto? Parece tan fácil ahora.
Tan fácil ahora
Tan fácil ahora
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